Joaquin Disla
Todos y todas con indignación nos preguntamos, ¿cómo es posible que hubiese pasado algo así? Pero creo que de una manera u otra, muy en nuestro interior nos preguntamos, ¿y si me hubiese sucedido eso a mí o a uno de los míos? Arrebatarle 12 años de libertad (libertad en todo el sentido de la palabra) a esta persona y ‘condenarle’ a una existencia azarosa (ser un preso pobre) fue un acto de puro salvajismo, indolencia, crueldad y despiadado abuso.
Eso solo es posible en un país donde ‘Hay un sistema judicial en el mundo’. Nos queda la pregunta: ¿Cuántos más ‘Luis Peña’ quedarán en nuestras cárceles?
Algo que sí me llamó positivamente la atención, en medio de esta barbarie, fue escuchar al Sr. Peña hablar de cómo su fe en Dios lo sostuvo durante los doce años que duró su peregrinar. Testificó de cómo confiaba y esperaba que Dios tuviera de él misericordia para sacarlo de su situación. Sabía que lo que le tocaría vivir no sería nada fácil, pero paciente y sabiamente esperó en su Dios porque tenía la certeza de que no sería defraudado.
Con su testimonio me hizo recordar aquellas palabras del apóstol Pablo:
“He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que aman su venida” (2 Timoteo 4:7-8). [El subrayado y las negritas son míos]
Este inhumano episodio también me hace recordar otras palabras del texto bíblico pero esta vez dichas por Jesús en el llamado ‘Sermón del Monte’, en donde hace la proclamación de las ‘Bienaventuranzas’. En una de ellas proclamó: “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados” (Mateo 5:6). La justicia en el texto bíblico ha sido identificada por lo menos con tres dimensiones: la legal, la moral y la social.
El pueblo dominicano ha reaccionado con hambre y sed de justicia frente a este caso. Espera ser saciado y que este tipo de atropello quede registrado en nuestra historia con un “Nunca Más”. Los responsables directos de este abuso deben pagar las consecuencias por sus acciones o por sus no-acciones. El Sr. Peña debe también ser saciado; él más que nadie pues vivió y sufrió en carne viva esta odisea. Recordemos que le fueron quitados 12 años de su vida y de la plenitud de la misma.
El Dr. Iván Boszormenyi-Nagy, creador del acercamiento de la Terapia Contextual, desarrolló el concepto de justicia relacional y dijo de una forma muy breve y muy profunda a la vez que: “La justicia es un don existencial”.
Un último elemento que quiero rescatar de esta experiencia lo haré de la mano del escritor ruso Fiódor Dostoyevski (1821-1861). A este escritor se le considera un gran explorador de la psicología humana. Nietzsche llegó a decir de él lo siguiente: “Dostoyevski, el único psicólogo de quien he tenido algo que aprender”.
La última novela que Dostoyevski escribió fue ‘Los Hermanos Karamázov’ y fue publicada en 1880. En esta, a través de uno de sus personajes, escribió lo siguiente: “Todos somos responsables de todo y de todos ante todos, y yo más que todos los otros”.
Debo reconocer la genialidad, el talento, la creatividad de este autor para sumergirse en las profundidades psicológicas del ser humano, pero sobre todo su capacidad para sacar a la superficie y confrontar a todo ser humano sobre la responsabilidad por todos los demás, empezando por la mía que debe ser la mayor de todas.
Yo también soy responsable de la experiencia de vida que vivió el Sr. Luis Peña Valdez durante esos 12 años. Negar mi responsabilidad es volver a ‘condenarlo’, y él no se lo merece. Yo también soy responsable de que ‘haya un sistema judicial en el mundo’.
Termino esta reflexión planteando el siguiente corolario: si ‘hay un sistema judicial en el mundo’ es porque ‘hay un país en el mundo’. ¡Gran tarea tenemos todos y todas por delante!