Héroes versus criminales

Héroes versus criminales

Matías Bosch

En 1889, José Martí publicó el primer número de su revista para niños y niñas “La Edad de Oro”, con un texto titulado “Tres Héroes” en el que dice:

“Hay hombres que viven contentos aunque vivan sin decoro. Hay otros que padecen como en agonía cuando ven que los hombres viven sin decoro a su alrededor. En el mundo ha de haber cierta cantidad de decoro, como ha de haber cierta cantidad de luz. Cuando hay muchos hombres sin decoro, hay siempre otros que tienen en sí el decoro de muchos hombres. Esos son los que se rebelan con fuerza terrible contra los que les roban a los pueblos su libertad, que es robarles a los hombres su decoro. En esos hombres van miles de hombres, va un pueblo entero, va la dignidad humana (…)

Un escultor es admirable porque saca una figura de la piedra bruta: pero esos hombres que hacen pueblos son más que hombres. El corazón se llena de ternura al pensar en esos gigantescos fundadores; los que pelean para hacer a los pueblos libres, o los que padecen en pobreza y desgracia por defender una gran verdad. Los que pelean por la ambición, por hacer esclavos a otros pueblos, por tener más mando, por quitarle a otro pueblo sus tierras, no son héroes, sino criminales”.

Valga notar que Martí se refería al ser humano en general como “hombre”, a la usanza de su época, y que su pluma luminosa muestra en este texto una idea conectada con la que expuso en el periódico Patria (1892), al decir que la humanidad va “en dos bandos: los que aman y fundan, los que odian y deshacen”.

Los “criminales”, los que “odian y deshacen”, como los llamó Martí, han dominado gran parte de la escena política con dos proyectos. Uno es la globalización neoliberal, el despedazamiento de los Estados, la corrupción, el crimen organizado, privación de garantías y derechos, salarios pobres y precariedad, sensación de desamparo, decepción y frustración con políticos hipócritas, junto a falta de institucionalidad y de imperio de la ley. Sumemos a esto los sistemas educativos fallidos, que hacen cundir la desorientación y falta de capacidades para el pensamiento autónomo, analítico y crítico. Este cuadro ha sacado a flote todas las inconformidades, iras y miedos posibles.

Ante esto, el discurso “políticamente correcto” de una época llena de injusticias, da a luz como hijo maldito otro proyecto “criminal”: aparentes “rebeldes” y “héroes” que son personajes cavernarios, siniestros y nefastos en ideas y proyectos, quieren reducir nuestros Estados a burdas máquinas de hacer más ricos y poderosos a los de siempre, crearse inmunidad para negocios oscuros, y hacer de los pueblos una mera suma de individualidades carentes de solidaridad y libertad real, prometiendo a cambio “el orden”.

Son los casos de Donald Trump y Jair Bolsonaro, del nuevo presidente de Guatemala, Alejandro Giammattei, el costarricense Fabricio Alvarado, el chileno José Antonio Kast o el argentino José Luis Espert. Todos ellos han apelado a la “mano dura” (contra los inmigrantes o la criminalidad), o “defender a los niños y la familia” de una supuesta conspiración internacional. La involución disfrazada de hartazgo y valentía, contra fantasmas científicamente fabricados con estudios demoscópicos, estrategias de marketing y uso antidemocrático de las redes sociales: exacerbar miedos, prejuicios, verdades inventadas, “fake news” y pensamiento único, a escala mundial y directo al móvil.

Siguiendo a Martí, estas son las apuestas “criminales”. Falta ver quiénes asumen el heroísmo positivo y cívico de “hacer pueblos libres”. Eso será materia de una próxima entrega.

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