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El aérea del Caribe convulsa por muchos años, logró su asentamiento ya bien entrada lo presente centuria. Cada sector tomó característica propias y peculiares políticas, lo económico y lo social. Al abrir los ojos este siglo, también estábamos en pañales en lo deportivo. Era algo natural dentro de aquel caleidoscopio de gente y de costumbre. Además cuando hay inestabilidad y hambre, poco tiempo le quedaba al pueblo para pensar en diversiones materiales y espirituales. El progreso y el deporte sólo pueden darse en la paz, el orden y el trabajo. Uno y otro se complementa. Poco a poco, tras difíciles procesos históricos, los países caribeños empezaron a tomar perfiles de naciones. Las actividades deportivas proliferaron, incluyendo nuevas disciplinas hípicas. Europeos y norteamericanos avecinados en nuestro medio, jugaban futbol soccer, beisbol o basquetbol. Asimismo practicaron el polo, el salto a caballo, y propiciaron las carreras a la usanza inglesa, al lado de las “parejeras” campiranas. Ya explicamos que en la época de la conquista española, nuestros indígenas observaban azarados el avance de extraños jinetes dotados con formidables armaduras y trasportados por “monstruos” nunca vistos. Lógicamente los transformaron.