¡Cambio y fuera! La obra numismática de Juan Manuel Prida
Por: Ariosto Sosa D´Meza
Pocos libros sobre este tema se han escrito y en República Dominicana, si no me equivocó es el primero. Empero, es imposible simplificar en este artículo el trabajo de investigación que el escritor Juan Manuel Prida ha consumado en casi 900 páginas. Prida nos trae en su última publicación “Historia de la moneda dominicana”, más que un recorrido histórico en dos volúmenes, una reflexión de que la historia hace historia y que nuestro pasado sirve para enseñarnos que nuestro presente y futuro, ya son también testimonios de un pretérito.
Juan Manuel Prida no escribió un libro cronológico sobre el surgimiento del peso dominicano como la moneda nacional.
Ha escrito una especie de tesis doctoral, donde minuciosamente examina el origen de las finanzas dominicanas, cuyas desventuradas vicisitudes son espejos del verdadero rostro de la incipiente nación. Prida nos lleva de la mano en un recorrido por el enigmático mundo de las finanzas desde sus primeros años republicanos hasta el año 1900 y, en el alboreo de un nuevo siglo 20 que anticipa vísperas con el fracaso del Banco Nacional de Santo Domingo por la caótica política de Ulises Heureaux, así como la eterna herencia de una corrupción secular que nos envaina desde aquel entonces.
La magistral narrativa de Prida nos invita a navegar por la historia dominicana y, durante esa travesía que la lectura nos depara, vamos contemplando cómo las finanzas fueron definiendo el carácter político nacional y las consecuencias que estas causaron en la lucha por el poder político. Este aporte de Prida en la “Historia de la moneda dominicana”, es una guía analítica de cómo se fueron creando las bases económicas a partir del 1844, cómo fueron surgiendo los diferentes grupos e intereses en la sociedad, en la política y en el Estado dominicano.
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A partir de febrero de 1844 fue norma corriente emitir billetes según las necesidades del momento, sin evaluar su conveniencia ni medir las consecuencias de sus cantidades. Así, vemos cómo se fueron sucediendo las emisiones sin control y, en muchos casos, sin guardar registro de las mismas.
Dato interesante es ver cómo se realizaba este proceso, desde la búsqueda del papel para imprimirlos, que en ocasiones no se encontraba disponible en Santo Domingo, la designación de la comisión de las personas encargadas de firmar los billetes, lo que se pagaba por cada millar de billetes firmados, el corte de estos, hasta dónde se guardaban los que faltaban por firmar y quién era el responsable de su custodia.
También relata la falsificación de billetes, que era facilitada por el uso de cualquier tipo de papel sin medida de seguridad alguna, la introducción en el país de monedas extranjeras desgastadas o de mala calidad, y cómo las autoridades se veían precisadas a reglamentar su circulación en territorio dominicano y a fijarles su cotización.
Prida refiere como los dos capítulos de mayor interés de esta obra los acontecimientos que se produjeron durante el período de la Anexión a España (1861-1865) y lo relativo a la creación y funcionamiento del Banco Nacional de Santo Domingo.
En cuanto a la Anexión, detalla el difícil proceso que enfrentaron los españoles para determinar la cantidad de dinero en circulación en el país, a fin de sustituir su moneda nacional por la moneda española.
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Las nuevas autoridades tenían que justificar ante el tesoro real español las necesidades de numerario de la “provincia de Santo Domingo” (para España, República Dominicana se convirtió en la provincia de Santo Domingo) en base a la cantidad del mismo en circulación que encontraron en la “antigua República”.
Poca información hallaron, debido a que, además de no existir registro de todas ellas, mucha de la documentación que debía de haber sido conservada en archivos, había sido destruida en los numerosos conflictos armados que se produjeron con anterioridad.
El otro aspecto que Prida relata como relevante de esta obra es la creación del Banco Nacional de Santo Domingo, mediante la Concesión No. 2807 de fecha 26 de julio de 1889, que, como peculiaridad, tenía su sede en París, por lo que todas las decisiones de sus operaciones se tomaban no en Santo Domingo, sino en París.
Mediante la citada concesión, el Gobierno dominicano otorgaba facultad a la sociedad Crédito Mobiliar para establecer un banco nacional. Operó hasta 1899.
De los últimos años del Banco Nacional de Santo Domingo es que se conocen sus cuantiosas emisiones de billetes como las “papeletas de Lilís”.
Con el propósito de mantenerse en el poder a toda costa, en su último período de Gobierno Lilís se dedicó a gastar sin control, a sobornar para conseguir adeptos, y a endeudar el país a niveles exorbitantes que rondaban quince veces el presupuesto nacional.
Este desorden financiero hizo que los comerciantes del Cibao fraguaran su muerte en 1899.
Este período se caracterizó por la profusión de créditos internacionales, siendo los más destacados los concertados con la Westendorp & Cía. y la San Domingo Improvement Company of New York.
Juan Manuel Prida se ha sumergido en el cobertizo de la historia dominicana descubriendo, a través del peso dominicano, todo el proceso que conllevó al destierro de Duarte, el anexionismo a España, el nacionalismo, el despotismo Santanista y Baecista, la restauración de Luperón; la naturaleza y la acumulación originaria de capitales que sembraron el germen de una nueva clase de poder económico y los patrimonios de las primeras estirpes de las familias adineradas en nuestro país.
Y no es de extrañarse que este libro es la creación de un apasionado coleccionista de estampillas y monedas, de minerales y piedras glípticas, de campanillas góticas, de un fotógrafo de catedrales y de un estudioso de la hiragana japonesa. “Historia de la moneda dominicana” es la obra erudita de Juan Manuel Prida, un escritor numismático.