Nunca podremos olvidar la infinita bondad de nuestra madre, su abnegación y entrega. Genoveba Pantaleón falleció el sábado de neumonía y fue sepultada en Moca
Por: José Rafael Vargas
Hoy es un día para dar gracias. Gracias a Dios por el privilegio que nos dio de tener a nuestra madre por 94 años. Gracias, por la familia que creó y desarrolló junto a nuestro querido padre Eladio Vargas, que partió a su reino hace ya 27 años. Gracias al equipo médico del Centro de Especialidades, que en los últimos años dedicó en cuerpo y alma atención de nuestra madre.
Gracias a los doctores Marcia Martínez, Rosanna García, Ignacio Guzmán, Biencito Castillo, Joel García, José Miguel Pichardo, Mary Estévez, Milly Cabrera, Claribel Rodríguez Monegro, Romilda Guzmán, Eduardo Siret, Néstor Bencosme, Álvaro Mercedes, Yolenny Pérez, Enemencio Almánzar, Miguelina Almánzar, Erimar Grullón, Luis Santana, Ramón Morrobel (Cuqui), Jennifer Pe, Gregorio Guzmán. A todo el personal de UCI.
A todo el equipo de enfermeras. A todo el personal de apoyo. Gracias al equipo médico del Homs, encabezado por el Dr. Pavel Espinal y el Dr. Sánchez Español.
Gracias al Dr. José Luis Peña Reyes y al equipo de especialistas de Corazones Unidos. Gracias por sus oraciones y muestras de solidaridad sin estridencias. Gracias a nuestros queridos sacerdotes, que desde diferentes puntos del país nos alentaban con sus oraciones. Gracias de corazón a todos los que hoy están con nosotros, gracias a todos los que oraron por ella.
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Ella descansará y nosotros estaremos cumpliendo sus mandatos. Sabiendo que nunca se va lo que está abrazado al alma. Mi madre fue una mujer sencilla que vivió consagrada a la familia y que nunca ambicionó nada. Nunca pidió ni reclamó porque todo lo hacía desde la más absoluta sencillez.
Fue madre, esposa, abuela, amiga y sobre todo entregada a Luis, a Milagros, a Miledy, a Ana Icelsa (Isis), a mí y a todos los que ella atendió y ayudó a levantarse.
Lo que queda en el corazón fue lo que ella nos enseñó: vivir buscando siempre la esencia de lo sano y lo bueno.
A prueba de los embates
Aunque sabíamos que era fuerte como el roble y resistió todos los embates, daba señales de apagarse, aunque luchaba por vivir. Nos recuerda los altos designios del Señor, de que un día todos bajaremos a la insondable levedad humana. Cuando la internamos, sabíamos que su cuerpo ya daba muestra de cansancio, pero nunca pensamos que el tránsito sería tan difícil. Ella resistía.