Honor y récords

Honor y récords

Carmen Imbert Brugal

La celebración del primer año del gobierno-16.08.2021- fue un inventario de aciertos encomiables. A pesar de la desmesura, la población acató complacida el recuento y disfrutaba la reproducción de la imagen del presidente por doquier. En cada esquina estaba su sonrisa, su afán y los tambores resonaban al compás de “estamos cambiando”.

Llegaba el mesías después del desastre, un protector después de la calamidad, “el jefe”, después de San Zenón. Durante 365 días el hombre necesario había logrado marcas en salud, economía, educación, turismo, protección a la infancia. Aquello fue apabullante, recordaba la propaganda stalinista que colmó de estatuas y fotografías el inmenso territorio soviético y hasta los mingitorios tenían la mirada de “el padrecito”.

En el umbral del segundo período gubernamental, imprescindible para continuar la obra magnificente de reformas, los estrategas con asiento en Palacio y con más permanencia “in situ” que el mandatario, poco a poco añaden a la reproducción de la sonrisa presidencial, frases y cifras. Lo dicho se convierte en jaculatoria y el coro aplaude y repite. Desde los agravios a la oposición hasta el permanente alarde de superioridad ética, es inevitable la comparación con los imprescindibles de otro tiempo. Líderes que marcaron el siglo XX incluyendo dictadorzuelos de la región. El culto a la personalidad fue un soporte indiscutible para la continuidad y el control de la población. Li Zhisui, médico personal de Mao Zedong, autor de “La Vida Privada del presidente,” relata las fábulas que avalaban sus marcas creadas por el aparato de publicidad para mantener el mito. La temible “Madame Mao”, Jiang Qing, cuarta esposa de “el arquitecto de la nueva China” repetía que nadie podía vencerlo en la lucha política ni contenerlo en su conducta personal.

Aunque sería útil para los mercadólogos oficiales, la comparación del “gestor de la nueva política” con liderazgos planetarios, resulta más cercano y admonitorio revisar los récords y títulos del “benefactor de la patria”. Todavía faltan poemas, pero la academia criolla comenzó a reconocer la obra del presidente y 63 años después del tiranicidio le concede un Doctorado Honoris Causa. Coincide la deferencia con la revelación del sorprendente recuento de kilómetros recorridos por el mandatario, la cantidad de reuniones, dignas de ser valoradas por Guinnes.

La información servida por la “Dirección de Ceremonial y Protocolo del Poder Ejecutivo” recuerda la novela de Julio Verne cuando subraya que los pasos recorridos en un año equivalen a darle la vuelta al mundo. En “Análisis de la Era de Trujillo” Emilio Cordero Michel contabiliza las misas, mítines, conferencias, desfiles, celebrados cada año en honor a Trujillo. El próximo recuento de plusmarcas tendrá que incluir esos ítems para la valoración del jefe de estado, que luce infatigable, capaz de matar el sueño y desconocer la fatiga, cualidades atribuidas a Trujillo, destacadas por Balaguer en el panegírico. Entre desvelos y desvelos, el temor es la pesadilla. La opción es despertar o seguir dormidos o durmiendo, como advertiría, Camilo José Cela. Ensayar ¡viva el jefe! no está de más. Todo es posible en la época de “la más viral”.

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