Instancias responsables de la nación, gobierno incluido, no han internalizado debidamente el adjetivo “imperiosa” para la reforma fiscal que dictaminó FMI.
Para dar una idea de cuan conminatorio es ese adjetivo bastaría repasar su significado.
La RAE lo define como “…cosa que resulta ineludible u obliga a actuar”
El diccionario español de México como algo “Que se impone, que obliga, que es urgente o ineludible”.
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Es sinónimo: “forzoso, imprescindible, indefectible, inexcusable, irreemplazable, obligatorio, vital, etc”
El que ese adjetivo provenga ahora del FMI, que venia dictaminando año por año necesidad de encaminarse hacia una fiscalidad que disminuya la dependencia al endeudamiento, puede tener repercusiones.
El adjetivo en años anteriores era menos conminatorio: proponía, aconsejaba, recomendaba, sugería, etc. Ahora plantea la imperiosidad.
Es obvio que los dictámenes del FMI están subiendo de tono.
No debemos permitir que suban más.
Porque esos dictámenes sirven a gobiernos y organismos internacionales, financistas privados e inversores, para tomar decisiones sobre sus programas de asistencia financiera e inversiones financieras o directas.
Pasar por alto reiteradamente advertencias del FMI puede conllevar pérdida de aliados económicos al depender nuestra fiscalidad del endeudamiento para equilibrarla.
No es el caso de una economía que dependa del ahorro interno, como sucedió en el pasado dominicano.
Obviamente mientras se esté pagando el servicio de la deuda, ignorar dictámenes del FMI puede neutralizarse.
Pero a medida que la proporción de ingresos que se destina a pagar deuda aumenta, la neutralización disminuye.
Al 2/8/2024 un tercio de las recaudaciones se destinaba a cubrir la deuda pública; 4% superior a fecha similar del 2022, primer año normal pospandemia.
En lo que va del presente siglo (2000-2023) la deuda pública consolidada creció 16 veces, mientras PBI apenas 5 e ingresos corrientes a precios constantes 3.5.
Detener esta tendencia es lo imperioso, so pena, si no se reforma la fiscalidad, recibir dictámenes futuros más severos que podría convertir nuestros financiadores en acreedores; drenando arcas públicas hasta imposibilitar cumplimiento de esenciales obligaciones sociales.
No nos expongamos a ese riesgo. Obtemperemos la imperiosidad planteada por FMI.