Por: Virginia Pardilla
Todos necesitamos amar y ser amados. Este principio es básico y hay que tenerlo muy presente, sobre todo, en el periodo de crianza y educación de nuestros hijos, el amor cubre múltiples faltas, principalmente en la etapa de formación y desarrollo de los niños.
Hablo del amor desde el punto de vista de los detalles y acciones cotidianas, que nos llevan a preocuparnos por los demás, tomando en cuenta su bienestar físico y emocional, cuidando sus sentimientos, su corazón y su vida. El amor crece y madura a través de la interacción constante entre los seres queridos.
Es normal que en la familia surjan conflictos y situaciones desagradables, dadas por intereses encontrados, malos entendidos o cualquier otra particularidad. Pero el amor y el trato respetuosos deben llevarnos siempre al entendimiento.
El amor crea lazos y vínculos con nuestros hijos muy difíciles de romper, esto posibilita que la familia pueda resolver cualquier situación por fuerte que sea, siempre pensando en el bienestar de todos sus miembros.
La familia es primordial en el buen desarrollo de la autoestima del niño. Con un trato respetuoso, paciente y tolerante, no solo lo estamos formando para triunfar en la vida, sino también, para que tenga una correcta valoración de sí mismo y de los demás.
Criar en amor significa proteger a nuestros hijos de situaciones que pudieran lacerar su bienestar, brindándole la oportunidad de aprender a cuidarse, enseñarles a desarrollar destrezas de resolución de conflictos; prepáralos para que puedan ser independientes y felices cuando no estemos con ellos como padres.
Debemos educar en paz y con paciencia, entendiendo que los niños son seres en formación y que de nosotros depende el desarrollo de sus capacidades y su potencial. Una crianza en amor se basa en el dialogo, en la comprensión, sin gritos y con reglas claras.
En una crianza positiva se enseña al niño a realizar acuerdos y a mantenerlos, donde los padres modelen con el ejemplo. Si queremos educar en amor debemos aprender y enseñarles a nuestros hijos a gestionar adecuadamente sus emociones, sin recurrir nunca a la violencia física ni emocional.
A veces algunos padres caen en la desesperación y la impaciencia por un comportamiento inadecuado de alguno de sus hijos, quizás con esto están replicando patrones aprendidos en su crianza. Ante estos casos lo importante es recapacitar, aprender de esos errores y tomar la firme decisión de criar en amor. Recuerda que los niños no tienen la intención de hacer daño con su comportamientos inadecuado, sino que están aprendiendo sobre lo correcto y lo incorrecto.
Corrígelo desde la empatía, informarte acerca de la etapa en que se encuentran tus hijos, documéntate, busca ayuda si es necesario, pero sobre todo conecta tu corazón con el de ellos, sus vidas pueden cambiar dependiendo de la crianza que tú como padre les dé. Se firme en la formación en valores, a través del amor y con reglas claras previamente establecidas.