Dos temas que se entrecruzan relacionados con Haití ocupan la atención de los dominicanos.
Por un lado, la interconexión ilegal del canal que construyeron con nuestro Río Dajabón, violando Tratados de 1929 y 1936. A nuestros agricultores en la frontera no les faltará agua, el Río nace en República Dominicana y el agua que recibe el canal La Vigía, construido por Balaguer en 1966, cerrado por Leonel en 2007 y rehabilitado con fuertes inversiones por Luis Abinader, se bombea desde un punto ubicado mucho antes de la interconexión ilegal de los haitianos.
No obstante, si el desvío llega afectar el cauce normal del Río Dajabón, que en su precioso andar zigzagueando alrededor de la línea fronteriza también recibe el nombre de Masacre, para preservarlo, no tenemos otra alternativa que reconducirlo, eventualidad a la que debemos prepararnos y prepararse los haitianos, se exponen a pagar un precio más que proporcional.
Por otro, el intento de Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) de establecer un centro para haitianos en Punta Cana, sin permiso del gobierno dominicano en violación de la soberanía nacional. Fue rechazado por el presidente Abinader advirtiéndole que nunca aceptará la creación de campos de refugiados haitianos y que continuará aplicando la Constitución y leyes para deportarlos.
Estoy convencido que cuando el campamento estuviera saturado de haitianos, lo que no tardaría, la intención de ACNUR era pedir la fusión de República Dominicana-Haití equivocadamente cree, como Estados Unidos, Francia, Canadá y Comunidad Europea, de esa se resuelve la histórica inestabilidad económica, política y social que ha sacudido Haití desde su nacimiento como Republica en 1804.
No tienen en cuenta que República de Haití y República Dominicana son dos países separados por frontera política, con culturas, idiomas, religión e idiosincrasia diferentes por el pasado colonial, y que con dos chantajes haitianos perdimos territorios, por eso dormimos como guineas tuertas, un ojo cerrado para descansar y otro abierto.
Les recuerdo que el primero fue para firmar el Tratado de Paz y Amistad Perpetua y Arbitraje del 21 de enero de 1929 que fijó la frontera definitiva, exigieron y obtuvieron de Horacio Vásquez 4,572 km² de nuestro territorio original, un 8% del país, incluyendo poblaciones como Hincha, San Miguel de la Atalaya, San Rafael de la Angostura y Las Caobas y la totalidad de la Laguna del Fondo.
El segundo, cuando volvieron a ocupar territorios dominicanos, robaron cabezas de ganado y productos agrícolas, particularmente en Dajabón y Restauración, entre 1931 y 1934, y ante reclamos del gobierno dominicano de cumplir con lo acordado, de no volver a ocupar nuestro territorio y firmar el protocolo que fijaba los límites de la frontera con bornes marcadores de línea como lo mandaba el Tratado de 1929, exigieron y obtuvieron los territorios dominicanos que habían ocupado. El chantajeado fue el dictador Trujillo, en 1936 les regaló adicionalmente 3% de suelo dominicano, 1,628 km², donde hoy está Veladero, El Saltadero y la Miel, al oeste de Restauración, Bánica y Comendador. Con los dos chantajes perdimos 6,200 km², pasando la superficie de Haití de 21, 550 km² en 1804 a 27, 750 km² en la actualidad.
Si ACNUR, Estados Unidos, Francia, Canadá y Comunidad Europea quieren resolver la caótica situación de Haití, deben cambiar de estrategia, con recursos y decisión ocuparse de las raíces históricas detrás de la inestabilidad.