Decidí comentar las características de un disparate que debió conmover a la opinión pública. Se trató de la presencia de supuestas autoridades encargadas de fiscalizar la instalación de cámaras de vigilancia demandando que se retiraran unas en un sector de la capital porque no pidieron permiso para instalarlas.
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En más de una ocasión escribí artículos a lo que bauticé como cámaras útiles y cámaras inútiles, ponderando la extraordinaria utilidad de esos artefactos para dar seguimiento a criminales o delincuentes, lo que ha quedado demostrado con el gran número de casos resueltos con sus datos, contrario al cuestionable desempeño de la cámara de diputados cuya composición ahora se plantea reducir modificando la constitución..
Debería promoverse en todo el país la instalación y mantenimiento de cámaras de vigilancia a cualquier nivel, públicas o privadas, para disminuir el número de vándalos y criminales cuyas fechorías quedarían grabadas como pruebas inequívocas de su culpabilidad.
A los protagonistas del incidente mencionado al principio les cabe una frase piadosa que los haría reflexionar sobre su infortunada decisión: “Perdónalos señor que no saben lo que hacen”.