El pasado martes 5 de diciembre realicé un recital de piano para celebrar mis 60 años de vida. La lectura de este acontecimiento converge con reflexiones que combinan lo individual con lo social desde la distinción a la importancia de la música en el desarrollo afectivo, cognitivo y psicomotor de las personas.
Mi vida profesional se ha caracterizado por el ejercicio antropológico donde el piano se dimensiona desde el ámbito privado e íntimo. Me gradué de piano en la Academia Dominicana de Música en 1986 con la profesora Edith Hernández y en varios momentos realicé interpretaciones públicas.
El montaje del recital surge este año luego de la ejecución del concierto de piano No.2 de Mozart el 7 de mayo junto al cuarteto de cuerdas ADMA. La decisión de hacer un recital de piano sola con la interpretación de 6 obras de diferentes compositores fue posible por el apoyo constante de mi mentora Edith Hernández.
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Las obras ejecutadas tenían más de 30 años dormidas y recorren mi historia de relación con el piano. Fue un gran reto y satisfacción después de más de 3 décadas en receso. Las obras ejecutadas responden a diferentes estilos musicales que atraviesan distintas etapas de la historia de la música con compositores importantes como: Bach, Scarlatti, Beethoven, Rachmaninoff, Debussy y Ginastera.
Cada obra refleja un estilo de composición totalmente diferente con estructuras y temáticas así elaboradas que influyen en su interpretación.
La ejecución pianística de estos compositores y obras tocó fibras en mi interior de una profundidad y plenitud indescriptible. Las obras musicales tienen un sentido y una lógica interna que requiere comprensión plena e interiorización desde la expresión de sentimientos, emociones, matices y un trabajo sonoro especial.
La música favorece a la individualización de gustos, expresiones, vivencias y el ser. Cada persona encuentra en un género musical conexiones distintas desde: agrado, desagrado, tranquilidad, tristeza, alegría, rechazo o indiferencia.
Esta relatividad de la interacción entre la música y las personas está mediada por la cultura, identidades e historia ancestral. En cada sociedad y grupo social se construyen identidades desde manifestaciones musicales con estructuras, instrumentación, timbres, sonoridades y vibraciones distintas. Ninguna es superior a la otra, su razón de ser está en la visibilidad de estilos de vida, épocas, grupos sociales y dinámicas afectivas particulares. La conexión con la historia ancestral se hace presente otorgándole distintos caracteres.
La música clásica en mi desarrollo personal junto al ejercicio profesional de la Antropología Social ha favorecido a la comprensión de la diversidad de las expresiones musicales sin estigmas ni juicios de valor a las composiciones ni a quienes las escuchan e interpretan.