Los malos gobiernos que hemos padecido durante tantos años han provocado distorsiones tremendas en el dominicano, una de las peores es la conformidad, aunque no sea solo una cualidad dominicana.
Juan Rulfo esculpió la terrible explotación a que son sometidos los rotos, aquellos a quienes cuando el presidente Lázaro Cárdenas realizó la reforma agraria les repartió la tierra con una justicia especial: desde la orilla del río hacia el desierto, para los campesinos y las tierras con agua permanente para los que siempre gobiernan, los que siempre mandan, los que tienen algo que perder.
En otro relato desgarrador, Rulfo cuenta: Melitón, ¿recuerdas la promesa que hizo el Gobernador? Si, lo recuerdo, pues hace 10 años de esa visita, pero al Gobernador se le olvido su promesa. El doctor José María Velazco Ibarra había sido Presidente en cuatro ocasiones, en medio de un mitin en busca de un quinto período, un campesino le recuerda el puente prometido por el político y el candidato: pues le vamos a construir el puente y le vamos a hacer un río.
Puede leer: La política del avestruz
En el verano de 1944 celebramos las bodas de una muy querida prima de mi madre, Nieves Piñeyro de Gautreaux, la bella Carmita Michel Suero, con el caballero Rafael Silvestre (Frank) Vásquez.
Viajábamos en una guagua con exceso de carga, pero avanzaba hacia el suroeste con uno o dos pinchazos de las gomas, lo que hizo el viaje más lento. Aquel verano llovió mucho en la zona. A veces la visibilidad era poca y había que disminuir la velocidad. Serían las 10 de la noche. Una luz en medio del camino llamaba la atención. El hombre tenía un farol que oscilaba. Se detuvo la marcha del vehículo. Llovía como si fuera un mayo de aguaceros que no paraban en días.
Abandonamos el vehículo. El agua cubría los muslos de las señoras a más de media pierna. Todos con algún bulto de ropa. Papá me cargaba. Llegamos a Jaquimeyes., Caminábamos hacia Palo Alto. Apareció un camión gestionado con el general Joaquín Cocco, por el mayor Felipe Jacobo, quien tenía amores con mi prima Mireya Peguero Piñeyro. A mamá le dieron el asiento al lado del chofer. Llegamos de madrugada.
La corriente del agua era tan fuerte que amenazaba con arrastrar a una que otra de tres viejitas que eran amorosamente sostenidas por sus compañeros de viaje.
Hace 79 años de ese viaje, Jaquimeyes-Palo Alto sigue anegada por la falta de visión y voluntad política. A ver si el Cambio cambia la reversa y hace algo más que bla bla bla.
En la península de Barahona se eligen 4 senadores, ¿quién los quiere? No más promesas.