Jean Price-Mars, el vudú y mirada eurocentrista a la cultura haitiana

Jean Price-Mars, el vudú y mirada eurocentrista a la cultura haitiana

Para explicar el vudú y las prácticas que derivan los adeptos a esta religión, Price Mars realiza una comparación con los elementos morales del cristianismo, resumiendo que las comunidades primitivas están “constreñidas por un código muy estrecho de coacciones y de obligaciones, todas origen religioso “(60) que dominan la vida pública y privada. Ellas muestran la forma en que las sociedades tienen una idea de la moral.

A seguidas pasa a enumerar una serie de prohibiciones que tienen los seguidores del vudú. Sostiene que el iniciado al rito se encuentra en la “estrecha malla” de prohibiciones como: dejar expirar el plazo determinado para poner al recién nacido en un agua lustral dispuesta por el hougan que consagra al niño a la divinidad, capaz de protegerlo de los maleficios de los malos espíritus (Ibid.).

También la prohibición de pronunciar el nombre del bautizado en ciertas circunstancias, sobre todo en la noche; interdicción de hacer gestos irreverentes “en la cercanía de las fuentes donde viven los espíritus”.

Además, apela la religión al respecto de los ancianos portadores de las tradiciones.

Tradiciones religiosas

Prohibición del incesto, de robar; obligación de llevar luto por la muerte de un familiar; prohibición de enterrar los muertos sin haberlos lavados con una composición especial… Concluyen que estas prohibiciones y deberes contribuyen al código de tabúes a los que “el individuo se somete con un miedo reverencial” (61).

Al describir esta lista de conductas impuestas por la religión, el lector aguzado podrá pensar en hasta dónde la mirada eurocentrista ha determinado que el otro es el salvaje que excluye mediante juicios matizados por la idea de una cultura central que debe reducir todo a una unidad-verdad.

Sin entrar en la especificidad que tiene la cultura caribeña y su entroncamiento con la cultura africana, Price-Mars ve desde afuera este efecto eurocéntrico al señalar que “juzgamos la moral del vudú como una superstición injuriosa para nuestro ideal de civilización” (ibid.).

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El autor de “La República Haití y la República Dominicana” (1953) contextualiza la difícil relación entre el vudú, concebido como una religión, y su relación con la magia. Acepta esta relación, pero se cuestiona el asunto al señalar que es una religión muy primitiva ¿en parte creada por la omnipotencia de seres espirituales como dioses, demonios, y en parte en la brujería y en la magia?

Price-Mars se interna entonces en buscar el origen africano de la religión haitiana. Y un aspecto que me parece muy importante asoma: la religión como expresión de las masas campesinas contra las imposiciones del Estado haitiano.

Este tema me parece capital en la medida en que podemos ver el péndulo África-Europa en la cultura haitiana. La idea de que no existe un consenso en las prácticas religiosas y de cómo el poder fue buscando domar al vudú que, en ciertas épocas, pudo representar el clamor popular.

Como, por ejemplo, la resistencia al trabajo asalariado luego del trabajo forzado impuesto por la esclavitud y la idea de una comunidad campesina que tendía hacia el minifundio y la gestión más individual de la propiedad.

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Inspiración

Creo que eso nos puede llevar a repensar ciertos pasajes de la novela “El reino de este mundo” (1949) del cubano Alejo Carpentier. En el que la fuerza del poder negro de Henri Christophe y la acción de los agrimensores parecen imponer un espíritu cartesiano que solo es destruido por la magia y las apariciones y saltos espaciales de Ti Noel.

Como la otra escena en la que aparece el mago Boukman en el juramento de sangre del 14 de agosto de 1791. Así, religiosidad y política no dejan de encontrarse. Y tal vez un capítulo más contemporáneo se encuentre en la acción social de la dictadura de Duvalier.

En los capítulos tres al cinco, Jean Price-Mars realiza una larga exposición sobre las religiones africanas y, usando el método comparatista, llega a postular el origen de las comunidades que llegaron a Haití, y sus manifestaciones religiosas. Sintetiza que existen representaciones religiosas como la del vudú en el centro de Dahomey.

Mientras que, bajo diversas denominaciones, otras partes de África nos ofrecen creencias más o menos parecidas que derivan del mismo fondo psicológico. Pues en Saint-Domingue hay diversas creencias representadas por sus adeptos que han recibido el nombre de Voudou” (66). Las prácticas religiosas de Dahomey “han prestado su marco y su morfología al animismo haitiano” (132).

En el capítulo sexto, “El sentimiento religioso de las masas haitianas”, Price-Mars es un pionero en el análisis de la relación entre religión y clases sociales. Sintetiza el origen de la nación haitiana y agrega una nota que deconstruye el relato en manos de los políticos. La rebelión negra terminó con las viejas clases, pero las élites quedaron frente a las masas campesinas que están más cerca a las muchedumbres esclavas.

Mirada al vudú

De tal suerte que queda un catolicismo dominante, un cristianismo fragmentado, frente al vudú, que él dice no hay espacio en 1928 para el estudio profundo.

Entonces pienso cómo Price Mars se instaura tal uno de los primeros estudiosos de las religiones. Y más que eso, en una suerte de sociólogo de las manifestaciones religiosas. Todo esto le da una gran dimensión al libro que nos ocupa.

Y nos hace pensar en la importancia del autor y la primogenitura de un discurso que apenas se había tocado en el Caribe, en los años en que escribe el intelectual Price-Mars.

Otro aspecto que nos interesa es el tema de la antropofagia en el vudú, que las tradiciones dominicanas atribuyen a los haitianos. Las historias sobre el comegente aparecen y llaman la atención de connotadas figuras de la ensayística dominicana.

Para Price-Mars el vudú no tiene nada que ver con ese tipo de prácticas… Su relación con esta religión y los estados de trance, llevan el autor a incursionar en el análisis psicológico…

En síntesis, en “Así habló el Tío”, Jean Price-Mars presenta las prácticas, los orígenes que conforman la cultura haitiana unida a su pasado africano. Esto en mayor medida que las interrelaciones de los amos con los esclavos. Con su discurso abre caminos al estudio de lo que somos, y crítica desde el pórtico el bovarismo colectivo.

El libro pinta y recorta el panorama de nuestro presente y lo contacta con el pasado, en especial el pasado africano, tan presente en el Caribe.

Al referir las literaturas criollas, dicen Patrick Chamoiseau y Rafael Confiant que “Así habló el Tío” es obra anunciadora de una nueva cartografía de las letras. Exige Price Mars a los escritores que se fijen en la cultura popular, en los cuentos creoles y en el vudú.

Para él, dicen, la literatura de Haití no puede ser una variante exótica de la literatura francesa; la literatura haitiana debe estar en el pleno corazón de Haití (118). Con lo cual rompe el eurocentrismo dominante en las expresiones literarias del Caribe.

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