Camino a Boston en donde nos encontrábamos recientemente, conversaba con nuestro amigo y connotado estratega político-empresarial Joel Chalas, de que no somos inmunes. Ahí mismo concluimos, que más bien somos seres mortales, cuyos restos un día serán polvo de la tierra tal y como lo dice la Biblia en Génesis 3:19 (versión Reyna Valera 1960).
Eso que nos ha pasado como país y que nos ha marcado, debe ser la esencia misma para que como sociedad aprendamos, que la vida es un leve soplo y que un día y sin estarlo esperando, de pronto se nos va y ya pasamos a ser combustible para la tierra.
El país está dolido. Nuestro país sangra una tristeza muy amarga. Es verdad, no es hora de buscar culpable, más bien es hora de unirnos como nación y entre todos, negros y blancos, ricos y pobres, empresarios y chiriperos, unirnos y confundirnos en un solo abrazo y de acuerdo a nuestras circunstancias sobreponernos de esta inmensa pena que nos agobia.
Quienes durante la madrugada del pasado lunes ya entrando el martes se encontraban en el interior de la muy afamada discoteca Jet Set disfrutando un bailable, hoy son fragmentos de la espesa laguna de los recuerdos. Estos jamás imaginaron que a esta hora iban a ser parte de unas fatales estadísticas que nos laceran y nos dejan postrado dentro de un denso silencio que nos tortura.
En nuestro caso particular, nos hemos estando reponiendo de un marzo fatídico (2024), en donde 9 niños y un adulto, entre ellos tres familiares vía paterna, perdieron sus vidas como consecuencia de unos petardos que se incendiaron en medio de una carnales festividades que provocó al igual que ahora pero en esta ocasión en términos macro, síntomas de tristeza colectiva que nos continúa marcando y ensañándose contra nuestra alegría. Nos referimos a lo ocurrido en Salcedo el 10 de marzo del pasado año.
Eso es la vida, un soplo de aliento. Somos frágiles seres cuya existencia no es más que un leve tránsito por esta tierra, en donde lo material es eso, materia que se evapora tan pronto el malvado ángel de la muerte nos cubre con su manto para pasar a la eternidad.
Orgullo, dinero, prenda, lujosas mansiones, finos vinos, carros exóticos, placeres mundanos, en fin, eso por lo que tanto nos afanamos para proporcionarnos comodidades terrenales, no son más que eso, materia, algo que de nada nos sirve si mientras podamos no les sabemos dar el uso adecuado y hasta en ocasiones socorrer a quienes en verdad necesitan de nuestro auxilio.
Como periodista perteneciente a este importante medio, me ha tocado ver dantescas imágenes que más que aterradoras son genuinas y lacerantes representaciones de rostros y cuerpos con múltiples laceraciones, entre ellas de figuras muy reconocidas que nos han dicho que prácticamente somos muy vulnerables.
Ojala y que esta tragedia que nos enlutece, nos sirva para reflexionar sobre la vida misma. Que nos enseñe que el camino perfecto para lograr la salvación cuando pasemos a otro estadio, es la búsqueda de un camino diferente cuyo trazado fue un diseño perfecto para un día podernos levantar en gloria, eso sí, si de manera voluntaria aceptamos en nuestros corazones y vivimos una vida en plena armonía con el creador de los cielos y la tierra, y que se llama Jesús.