Este 14 de julio harán doce años que Joaquín Balaguer Ricardo, político, escritor, abogado de profesión y Presidente de la República en siete ocasiones, falleciera en Santo Domingo a la edad de noventa y seis años. Su larga trayectoria como hombre público lo convierte en el dominicano de mayor incidencia posterior a la desaparición de la dictadura de Trujillo. Balaguer fue un hombre enigmático, de innegable carisma y probada valentía.
Al mismo tiempo fue controversial, decididamente radical en defensa de sus ideas, probadamente nacionalista y absolutamente convencido de que la defensa de los intereses patrios debe estar siempre por encima de las posiciones personales.
Balaguer no existe físicamente, pero queda su obra de gobierno, su presencia en el recuerdo de aquellos cientos de miles de dominicanos que se beneficiaron con sus planes sociales y de vivienda. Queda también su presencia en el sentir nacionalista de los dominicanos que todavía piensan en lo nuestro primero.
Sus acciones de gobierno son añoradas por partidarios y simpatizantes, evaluadas en su justa dimensión por las nuevas generaciones que aprecian su obra de gobierno y las transformaciones que éstas generaran en la República. Su vigencia en el quehacer político sigue latente porque Balaguer fue y sigue siendo un gigante de la política y un cimero hombre de Estado, sus detractores de viejo y nuevo cuño le combaten con agresividad, sin pausa siquiera en el reconocimiento de sus altas virtudes patrióticas. Pero nada a través del tiempo, podrá disminuir a figura egregia del prócer de Navarrete.
Doce años después de su desaparición, los dominicanos tenemos sin dudas un país diferente pero sin superar los grandes males que nos agobian, pregonamos nuestros avances, pero la sociedad sigue viviendo en inseguridad total, donde la vida humana está sujeta al valor que pueda poner un sicario, tenemos un país moderno, con notorio aumento en su población pero con poco progreso en sus servicios públicos. Un país rico en sus recursos naturales, pero depredado en sus entrañas.
Somos celosos con nuestros derechos pero complacientes con nuestra política migratoria. En fin, doce años después, Balaguer perdura en la conciencia de los dominicanos como el gobernante de las grandes realizaciones.