Se hace difícil expresar, pero más difícil aun callar el intenso dolor por el fallecimiento de Jorge Pineda, después de largos años de lucha contra una enfermedad terrible. Él no podía descansar, hubiera sido ceder y permitir al enemigo apoderarse más pronto de sus días, y esa misma pasión por crear, ese mismo trabajo insuperable, esa entrega sobrehumana, él la necesitaba para enfrentar su padecimiento, para asumir su tratamiento, probablemente lo más atroz e inconcebible. Quienes asocian el arte y el sacrificio, no se equivocan.

Desear a Jorge que descanse en paz no es un consuelo, sino casi una evidencia que se repite sin distinciones. Mayor sosiego dentro de la conmoción fue que Henry Mercedes dominó su pena para decir que Jorge murió en paz, tranquilo y rodeado de su familia.

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Jorge Pineda tenía tanto sentido de la responsabilidad y del altruismo, que acogió la propuesta de ser el artista homenajeado de la próxima Bienal, aunque tal vez presentía que no podría estar presente. Quienes lo vieron, en el Centro León, la noche inaugural de su exposición, sonriente entre todos pero tan frágil, se alegraron y se estremecieron. A veces, se prefiere no pensar…

Inconscientemente, seguimos abusando de su ilimitada disposición para servir y ayudar, cuando se le solicitó elegir, desde una de sus obras, el diseño que será el afiche de la Bienal, y el logotipo de la edición.

Egoístamente – y nosotros somos parte del grupo-, se lo sugerimos o sea que se lo pedimos… Sabíamos que nadie podría hacerlo igual y conocíamos, entre sus talentos, la especialidad de diseñador gráfico cimero. La XXX Bienal Nacional de Artes Visuales cuenta con un punto de partida e imagen de anuncio único. Este diseño se alojará en nuestra memoria afectiva, con un agradecimiento infinito.

Visión de conjunto

Impregnado de una vasta cultura, local, regional y universal, Jorge Pineda nunca ha tropezado en la apología del feísmo y el descuido. Él ha mantenido una belleza increíblemente absoluta, y aquel ideal estético ha contribuido a una sensibilidad inevitable.

Es más, lo bello ha ido creciendo aun, se ha ido transparentando con la naturaleza y la flora, vuelto defensa insólita, jamás alcanzada en su perfección, de la biodiversidad.

Encontramos coherencia y generosidad dentro de un constante e ineludible compromiso, a la vez que observamos un fenómeno de recreación y reactivación contemporánea. Ciertamente, los medios, los soportes, las dimensiones, las categorías cambian, si no sería repetición o variaciones temáticas, pero la motivación central – que precede al concepto- es la misma: una actitud crítica, sutilmente indignada, un llamado a reflexionar acerca de los problemas de aquí y de allá…, de los niños en primer término, de la mujer-niña próxima a alumbrar, escultura punzante que adrede choca y estremece aunque la barbarie sigue igual. Sus mundos están en movimiento constante por el respeto a las criaturas.

Tu partida, Jorge, deja el arte huérfano de un talento excepcional, de una valentía sin par: tu vida continuará latiendo e iluminando por el ejemplo, pues rendiste maravillosamente un homenaje permanente a las víctimas de la sociedad, de la injusticia y de su propia debilidad ante fuerzas hasta hoy invencibles.

Jorge Pineda en Santiago

Cuando tuvimos el placer de visitar la exposición antológica de Jorge Pineda en el Centro León, intitulada “Happy, ensayos sobre la obra de Jorge Pineda”, escribimos el comentario de rigor. Hoy, ciertamente, Happy (o sea “Feliz”) toma un sentido distinto y/o se presta para la interpretación. A continuación, reproducimos pensamientos de Jorge Pineda, que, en la pared, aclaraban su visión y sus conceptos.

“La violencia tiene muchas manifestaciones. A veces, está entre nosotros y somos incapaces de percibirla. Me encanta cuando puedo desenmascararla. Hacerla visible. Creo que la violencia es una cantidad de energía mal usada; si logramos dirigirla mejor, se podría convertir en una energía muy positiva. En la obra, mi idea es poner en evidencia los hechos”.

“Mis imágenes son metáforas de una sociedad que se niega a crecer y no asume sus responsabilidades. El espectador decide según sus referentes. Mi responsabilidad como artista es hacer que el espectador que ve la obra vuelva a ver. Que vea de nuevo esta cotidianidad, que de tanto tenerla en frente, se le ha hecho invisible”.

Entre sus éxitos internacionales figuran las varias exposiciones en América Latina, España, Italia y Francia, e incluyen sus participaciones en Quintapata y Kreyol Factory.