José López Larache: Sensibilidad humana y empatía entrañable

José López Larache: Sensibilidad humana y empatía entrañable

Los poetas se valen de las palabras para expresar belleza con sentido a la luz de sus intuiciones y vivencias. José López Larache, poeta interiorista de La Romana, autor de varios poemarios entre los cuales sobresalen Ruptura del silencio, Las garzas del batey no tienen apellido y Molécula de un abecedario. En esta obra poética López Larache da cuenta de varias facetas que distinguen su sensibilidad estética y su vocación espiritual. Diez facetas literarias revelan los poemas del libro Molécula de un abecedario:

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Portada de los Libro de La Garzas Del Batey, sobre la Huellas de kabir y otra meditaciones, Moleculas de un Abecedario. 31-7-2024

1. Expresión sensorial del encanto de lo viviente. José López Larache ama la vida, valora la existencia y pondera el fluir de lo viviente como la expresión luminosa del Cosmos y la manifestación sagrada de la Divinidad. Mediante su labor profesional está incardinado a una realidad material, social y cultural, y, en función de su sensibilidad estética y sensibilidad espiritual, se vale de las palabras para testimoniar lo que experimenta su sensibilidad y lo que percibe su conciencia a la luz de lo viviente, razón por la cual a él le fascinan las manifestaciones atractivas de la naturaleza, como la montaña, la noche estrellada y el mar. En su poema “El mar y yo nos encontramos todas las tardes” expresa lo que embriaga su corazón al percibir las oleadas marinas, que expresa con la emoción que manifiestan los siguientes versos:

Me embriagan sus movimientos
como si fueran el latir del universo.
El mar me lleva por los senderos de mi existencia.
Quisiera ser mar…
Quisiera estar en este dolor en el vientre de mi madre,
Esconderme en su útero y abrigarme con los recuerdos de la vida,
con los recuerdos del amor y de Lechuga.

2. Exaltación del valor emocional del sentido. José López Larache es un hombre altamente sensible, y, en tal virtud, se emociona con todo, especialmente con la belleza de lo viviente, el dolor humano y las manifestaciones sensibles de la naturaleza que impactan la sensibilidad y la conciencia. Por eso el mar inspira al poeta y activa su intuición, y no olvidemos que el sentido, aliento de la intuición, atiza la creación. Por eso el poeta le canta al mar con entrañable emoción, especialmente en esta obra Molécula de un abecedario. El título refleja su formación científica ya que él, como médico cardiólogo. Canta estremecido con las evocaciones de sus vivencias, y evoca su infancia, rememora la presencia de su madre, y canta lo que concitó su sensibilidad desde la primera etapa de su vida, y por eso el sentir poético de López Larache se embriaga de sensibilidad a la luz de sus vivencias, como lo reflejan estos emotivos versos:

Lo que despierta tu azul de Mar,
o no es más que el desafío del viento
y los rayos del sol que me deslumbran.
¿No será el recuerdo de mi yo entre tus brazos
cuando de niño vi tus pupilas azules junto a la chimenea
o el olor a melaza corriendo entre las nubes y mi niñez?

3. Recreación del amor. Obviamente, el poeta alude al amor que inspira y emociona. Nuestro poeta exalta el amor y la naturaleza, eco de la herencia estética del Romanticismo que aún sigue vigente en el mundo porque los movimientos esenciales, como el Clasicismo, el Realismo, el Romanticismo, el Modernismo, el Realismo mágico o el Interiorismo nacen y permanecen porque responden a la realidad de la cultura, a la realidad de la sensibilidad y a la realidad de lo viviente. López Larache es sensible ante lo viviente y sensible al amor, y evoca lo que despertó en su sensibilidad profunda el sentimiento que arrebata los sentidos, que es el amor, pues desde el toque de la carne, el amor atiza el corazón, como lo proclama el Cantar de cantares, el grandioso texto bíblico inspirado en el amor. En su poema “Me gustaba quedarme con tus labios”, López Larache despliega su sensibilidad estética, desata su sensibilidad amorosa y canta emocionado lo que atizó su corazón y lo que desmayaba sus sentidos, como se aprecia en los siguientes versos:

Me gustaba quedarme con tus labios
esperando que llegara la tarde.
Me gustaba quedarme con la noche
esperando que volvieran tus labios

4. Valoración entrañable del terruño. Los humanos estamos instalados en un ámbito del universo, en un lugar específico, en un ambiente distintivo y. desde que vamos creciendo en la vida, entramos en contacto con lo viviente, con las manifestaciones sensoriales del ambiente, con las expresiones telúricas y celestes del lugar donde nos criamos y vivimos. De ahí que los poetas le prestan atención al influjo del terruño en la sensibilidad y la conciencia como lo hace José López Larache en el poemario Molécula de un abecedario, como se puede apreciar en varios de sus poemas, específicamente en el titulado “La llegada del recuerdo”:

Ver las siluetas de la tarde,
dormirse en el rostro de la iglesia,
dormirse en el ladrido de los perros,
dormirse en la esperanza del ingenio
y de la zafra (4).

5. Ponderación de la afectividad. Hay un poema en esta obra, titulado “Poema a Rubirosa”, que alude a un caballo, al caballo de su predilección que llamaba Rubirosa, y dedicar un poema a un caballo, como hace López Larache, refleja esa condición peculiar de su sensibilidad que le permite sentirlo todo, gozarlo todo, sufrirlo todo, porque los poetas tienen la particularidad de que lo gozan y lo sufren todo, pues como dijera Garcilaso de la Vega, el “doloroso sentir” es la condición indicativa de la condición poética, y yo digo que el “gozoso sentir” es también otra condición reveladora de la sensibilidad poética de la persona. Sus emociones y su expresividad el grandioso tesoro que mora en su interior, que es el sentimiento genuino de su sensibilidad, de identificación con el otro, pues él tiene una sensibilidad empática, y tener una sensibilidad empática es sentirlo todo, gozarlo todo, sufrirlo todo, vivirlo todo, como se manifiesta en el decir poético de José López Larache, en varios aspectos de su vida, entre ellos su valoración de Rubirosa, como se expresa en “Poema a Rubirosa”:

Rubirosa, caballo engendrado
en la campiña de la Higuera.
En la lluvia,
en el viento del pasado.
Fuerza,
Galope ancestral de las
conquistas y mi vida,
comunión del padre con
los hijos (5).

6. Configuración del valor interior de lo viviente. He dicho que José López Larache tiene una sensibilidad empática, y tener sensibilidad empática entraña la posesión de una identificación emocional, imaginativa, afectiva y espiritual con todo lo viviente, y a la luz de nuestra condición humana lógico es que se desate en nuestro ser un aprecio por lo humano, pues como dijera Terencio, “Nada humano me es ajeno”, una manera de señalar que lo humano nos impacta, nos atrae, nos inspira, porque si fuéramos indiferentes, qué sería de nuestra condición. Es natural entonces que los poetas exalten lo humano, que López Larache exalte las manifestaciones humanas que conociera desde su infancia, y es natural que al asumir las palabras para crear poesía exalte lo humano, como se manifiesta en sus poemas, como lo confirman los versos del texto “Cómo decirte adiós después de conocerte en el otoño”:

Cómo decirte adiós después de conocerte en el otoño,
cómo no oír tu voz al llegar el invierno.
Los colores de tus ojos,
la luz de tus pupilas, ¿cómo serán sin mis sueños?
Adiós al amor es algo sin nombre,
sin calle, sin geografía.
Por eso me callo y no lo digo,
Lo escondo simplemente en mi soledad (6).

7. Distinción de las manifestaciones sensoriales y afectivas. Esa singular condición de la sensibilidad empática de López Larache es lo que hace que él sea un ser entrañable, compasivo, doliente y amoroso, con una expresión afable de su sensibilidad hacia todo lo viviente, como personas, animales, plantas, tierra, mar, cielo, estrellas, pues todo concita su sensibilidad y todo estremece su conciencia. Todo lo viviente apela su talento y su creatividad para identificarse afectiva, intelectual, sensorial, imaginativa y espiritualmente con todo en virtud de esa identificación emocional que emana de su sensibilidad profunda y que se manifiesta en su valoración entrañable, y por eso en su poema “Traedme el caballo negro”, López Larache despliega su sensibilidad y escribe:

Cuando muera
traedme el caballo negro.
El que corrió conmigo
en los sueños de la vida.
El que galopó sobre el verde césped
de muchos jueves.
Pónganlo delante de mis recuerdos.
Colocadlo entre el ataúd y los vivos,
Detrás de las flores,
delante de las lágrimas
que humedecerán mi partida.

8. Consideración de la emoción estética y espiritual. Un aspecto formal de toda creación poética es la configuración de imágenes y símbolos que su creador articula como parte intransferible en el arte de la creación verbal, como se puede apreciar en este poemario de José López Larache, y entonces se pueden distinguir metáforas reveladoras en su creación poética, como decir: “Las miradas se escaparán como una sombra sobre la calle” (p. 45). Observen la belleza de esa imagen para subrayar el impacto de la naturaleza en la sensibilidad y la conciencia del poeta. Observen también esta singular imagen, cuya percepción, desde el interior de una ventana, inspiró al poeta: “Las ventanas, la luz que se pierde en el cosmos” (p. 46). Fíjense qué manera poética de valorar la percepción que podemos apreciar, dentro de una casa, a través del recuadro de una ventana, circunstancia en la que se ve un ángulo del cielo en cuyo fondo sobresale una porción del universo, percepción que parece un cuadro pictórico de la mano del Creador, justamente lo que ha inspirado al poeta, pues al percibir esa imagen, escribe en su poema “Casona de mis sueños” la siguiente intuición: “Las ventanas, la luz que se pierde en el cosmos”, en cuya expresión el poeta formaliza la emoción que nace de su sensibilidad estética y espiritual a la luz del impacto que la naturaleza concitó en su conciencia.

9. Percepción de la dimensión espiritual de lo viviente. El poeta López Larache percibe, no solo la faceta sensorial de lo viviente, que es determinante en toda lírica, sino también la faceta espiritual del mundo que sus ojos contemplan. Con razón percibimos un singular pasaje que transcribe en una frase reveladora de su intuición profunda: “Rocas que llaman en silencio el espíritu del cosmos”, una manera estética, simbólica y espiritual de señalar el sentido cósmico de lo viviente con el sentido interior y trascendente subyacente en la naturaleza, eco y manifestación de lo divino mismo, presente en la sensibilidad poética de José López Larache, un hombre vinculado a la naturaleza de lo viviente, inmerso en todo cuanto existe, en su condición de observador de lo que las cosas son. Lo que confirma que se trata de un creador con una sensibilidad empática con todo lo viviente, es decir, de una persona que fluye con el cosmos, que vive con el cosmos, que sufre con el cosmos y canta por el cosmos, conforme se manifiesta en este poemario Molécula de un abecedario.

10. Dotación física, intelectual, estética, afectiva y espiritual. De los aspectos ponderados en este breve estudio sobre la creación poética y la personalidad carismática de José López Larache puedo inferir tres dones singulares de nuestro admirado creador interiorista: 1. Actitud entrañable de compenetración afectiva, empática y espiritual con todo lo viviente. 2. Disposición intelectual, emocional y espiritual de convivencia, coparticipación y comprensión de personas, animales y cosas. 3. Sintonía entrañable y amorosa expresada en una comunión intelectual, afectiva, imaginativa, volitiva y espiritual con un sentimiento rotundo, genuino y espontáneo por todo lo viviente. Por eso al evocar el mar, como si hablara de un ser entrañable, nuestro poeta escribe emocionado y gozoso cuando lo evoca. Este poemario, molécula lírica y estética del Universo; molécula afectiva y simbólica de la sensibilidad; y molécula emocional y espiritual de nuestro querido poeta romanense José López Larache, por lo cual expresa el cauce entrañable de lo viviente y el eco sutil del Altísimo, según sugieren los siguientes versos: “Me embriagan sus movimientos/como si fueran el latir del universo”.

[Exposición presentada en el Encuentro Interiorista del Ateneo Insular, el 27 de julio de 2024 en el Centro de Espiritualidad San Juan de la Cruz, La Vega, resumida por Rafael Peralta Romero]

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