Protágoras decía que el hombre es la medida de todas las cosas. Afirmación que parece avalar el relativismo de nuestra época. Pero la afirmación que nos trae Diógenes Laercio del filósofo sofista nos lleva por otro camino: el tiempo es la medida de todas las cosas. Y la poesía es filosofía y narración del tiempo: de lo que pasa y lo que ocurre, como decía Antonio Machado. Crónica del hombre y sus pasos por la vida, relato de los tiempos, las querencias, las utopías y los años, eso es el poetizar. Ricoeur, estudia el tiempo como memoria que el lenguaje y su discurso fijan; como recuerdos que conectan el pasado con el presente…
José Luis Vega (1948) es el más importante poeta de la poesía contemporánea puertorriqueña. Imbuido en la poesía de los cincuenta, en su carácter existencialista y universalista da origen a su itinerario de escritor con Comienzo del canto (1967); pero gira hacia una poesía distinta a la que hicieron los miembros de la generación anterior, los poetas reunidos en torno a la revista “Guajana”, que formó en Puerto Rico una “guerrilla literaria”. Vega reunió a un grupo de jóvenes poetas en Ventana, revista que da una nueva apertura a la poesía puertorriqueña.
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La década del setenta tiene una nueva puerta abierta Hispanoamérica, la primera la crearon Gautier Benítez, Luis Llorens Torres y Julia de Burgos; esta es la del afianzamiento de la literatura del escritor y del estudioso de la literatura. A ella concurren Nilita Vientós Gastón en la revista “Sin nombre”, la obra de René Marqués y José Luis González; la literatura de Rosario Ferré y Luis Rafael Sánchez. Vega es estudioso de Vallejo, (“César Vallejo en Trilce”, 1983), profesor de Estudios Hispánicos; su obra conecta la tradición puertorriqueña de la poesía, con la poesía latinoamericana, que busca un acercamiento al lector e instala un discurso con los temas cotidianos, los diálogos con otras culturas, con la literatura, con la filosofía y la vida.
En “Travesía y otros poemas” (Pre-Textos, 2023), José Luis Vega presenta un bello cuaderno de poemas, bajo la colección La Cruz del Sur, que evoca la cultura y la relación con el mundo Iberoamericano. Luego de un prefacio de doce poemas, aparece “Memoria de Lisboa”, “Romance de la musa y el poeta”, “Memoria de los sueños” y “Otros poemas”. La brevedad de los textos caracteriza el poetizar de Vega, lo que va junto a un apego a la cotidianidad y a buscar en lo que ocurre lo más significativo. Una práctica de Juan Ramón Jiménez parece cruzar por este libro: la búsqueda de la palabra exacta para decir lo innombrable. Y hacer que nazca el poema en la palabra del hombre común.
Es un libro de viajes, puertos, ciudades, evocaciones de mitos y referencias a la poesía; al hombre determinado por su tiempo. Al sujeto anclado en su ver pasar la vida, el tiempo ido y a la evocación de la muerte. Este pasar que todo lo conforma y que la poesía puede descubrir tanto en el tiempo pasado como en el presente. A veces, el poeta transita de lo más cotidiano a lo más universal, con referencias al mundo hispánico, a San Juan y a Lisboa, construyendo esa unidad borgiana de los ríos, como el Tajo; de los mares como el Atlántico, de San Juan como todas las ciudades donde el hombre ha dejado, el amor, la soledad, las utopías, las ilusiones, los sueños… para darse de frente a la realidad del tiempo en el que un mismo Heráclito y otros Borges de bañan.
El talante hipertextual de los poemas de Vega lo retratan en su itinerario poético; en volver a Vallejo y a Darío; a Julia de Burgos, a Evaristo Rivera Chevremont, el primer vanguardista de Puerto Rico. Tocar a Pessoa y a Borges, sin olvidar a Juan Ramón… La poesía está hecha de literatura, de distintas lecturas. Pero no vaya a creer el lector que todo es referencialidad. No. La poesía de Vega en “Travesía y otros poemas” sacude lo humano. Y en varios momentos pone el yo biográfico como actor en el escenario de lo dicho. De ahí el sentido de un discurso poético que refiere a su propia poética, a su trajinar como puertorriqueño que transita en esta isla entre ciudades, letras y culturas.
Aunque la poesía de José Luis Vega es conocida en España donde se publicó en Visor “Letra viva”, antología, 1974-2000; también ha publicado Botella de mar (2014) y Pre-Texto publicó una colección de ensayos donde medita sobre la poesía y que vienen a completar sus escritos sobre este tema que aparecen en la revista “Ventana”. En el ensayo inicial confiesa: “Por más de medio siglo la poesía me ha acompañado casi a diario. La he llamado amante, destino, vocación, misterio; pero no sé a ciencia cierta en qué consiste. Siempre la he figurado como entidad femenina, como una fuerza superior, una diosa quizás.” (17). Y agrega con sobrada razón: “No hay sociedades sin poesía. Ella -que ha sido egipcia, griega, latina, sajona, germana, árabe, china, rusa…- es una y todas a la vez; es proteica unidad. Florece en los hondos del lenguaje y en el silencio de la inteligencia, perdura en la memoria colectiva, en las tablillas de barro de Mesopotamia…y en los laberintos virtuales de la internet (18-19).
En el prefacio a Lisboa canta: “Oh, ciudad, cuando vuelva/ ya nada quedará de tu esplendor, / las piedras hechas polvo, / tu lengua derramada en otras lenguas, / tu memoria de sangre carcomida, / tu Virgilio acogido en otro infierno. / Acaso alguna cúpula, / una estela varada a la intemperie/ recordarán tus hondos hemiciclos. / Pero yo siempre vuelvo, / todos siempre volvemos/ del brazo inevitable de la Imaginación” (2. “Ciudad sobre ciudad, isla tras isla”, “Travesía,” 11).
En otras palabras, el texto de José Luis Vega destaca al poeta puertorriqueño como una figura clave de la poesía contemporánea. Influido por la poesía existencialista de los años cincuenta, Vega evoluciona hacia un estilo distinto, alejándose de la generación anterior asociada con la revista Guajana. A través de la revista Ventana, promueve una nueva poesía en Puerto Rico, conectando la tradición local con influencias latinoamericanas y universales.
Hay que subrayar que en Travesía y otros poemas (2023), Vega logra fusionar lo cotidiano con lo trascendental, evocando temas como el tiempo, la memoria y la muerte. Los textos de Vega presentan una fuerte intertextualidad, con referencias a escritores como Vallejo, Borges y Juan Ramón Jiménez, y a la vez, mantienen una conexión profunda con la cultura puertorriqueña e iberoamericana.
Finalmente, la poesía de Vega no es solo un ejercicio literario, sino una meditación sobre la condición humana y la relación entre el tiempo, el ser y la historia, que entrelaza lo individual con lo universal. Su ir y venir entre distintas culturas, entre lo uno y lo otro del ser que la poesía-tiempo le permite, lo distinguen como el poeta que es y el espacio de donde escribe, confirmando que otros caminos y avistamientos deben darle los lectores que sirvan de bastimentos y vituallas para que la literatura puertorriqueña enrumbe otros mares, que son siempre los ignotos o conocidos.