(3)
§ 13. Actuación en Santo Domingo I. Las fuentes primarias más cercanas a la vida y la obra de Núñez de Cáceres (Santo Domingo,1772- La Victoria, Tamaulipas, México,1846) son los datos biográficos sobre el personaje aportados por José María Morillas (Santo Domingo, 1803- La Habana, entre 1880-1890) en sus Biografías de dominicanos notables (Clío 68-70, 1-6: 1945) y José Gabriel García (1834-1910), Rasgos biográficos de dominicanos célebres (1971 [1876]), cuya deuda con el libro de Morillas es patente, desde el título mismo, al par que casi fueron contemporáneos.
§ 14. Núñez de Cáceres se crió con su tía paterna María en un ambiente de pobreza María Núñez de Cáceres. Su padre, agricultor, quiso obligar al hijo a seguir sus pasos y al no obtemperar al deseo paterno, el progenitor le abandonó a su suerte, pero el hijo se sobrepuso, a través de una voluntad férrea y una inteligencia fuera de lo común para el medio de la época, a todas las vicisitudes. Morillas lo deja bien claro: “En 1793 se graduó de bachiller en derecho civil, previos los exámenes en que no podía menos que mostrar su capacidad y aprovechamiento.
Poco después hizo oposición a la cátedra de Prima de derecho canónico en la misma Universidad [del Convento de los Padres Dominicos], la cual obtuvo entre cinco coopositores. Al año siguiente se le confirió el doctorado y por ese mismo tiempo fue recibido de abogado (Clío, p. 17).
§ 13. Actuación en Puerto Príncipe, Camagüey, Cuba. Sigue Morillas su relato biográfico: “Con motivo de la cesión a Francia de la parte española de la Isla, emigró con su esposa (Juana de Mata Madrigal Cordero) y sus hijos [Pedro, José, Gregorio y Jerónimo] a Puerto Príncipe, en la isla de Cuba, a cuya ciudad se había trasladado aquella [Real] Audiencia [de Santo Domingo en 1799], la que para dar principio a sus funciones lo nombró Relator interino en Agosto de 1800, nombramiento que mereció la Real aprobación.
El desempeño de este cargo le granjeó el aprecio del Regente y oidores, quienes le dispensaron las más distinguidas muestras de confianza por su honradez y expedición (…) Mientras permaneció en Puerto Príncipe le sonrió constantemente la fortuna.
Vióse allí estimado por sus superiores, considerado de todos, y las personas de más viso se honraban con su amistad. Pero ¡ah! Pronto había de cambiar tanta prosperidad y suceder a esta plácida existencia los cuidados, insomnios y amarguras del nuevo destino en que iba a colocarse al frente de los ramos administrativo, económico y judicial en un país que por sus especiales circunstancias era harto difícil de gobernar.” (Clío, ibíd.).
§ 14. Actuación en La Habana. ¿Cuáles contradicciones insuperables enfrentó en la capital cubana nuestro Núñez de Cáceres al punto, según Morillas, de sufrir amarguras y frustraciones que motivaron su petición de traslado a su país del que había salido para no vivir la ocupación francesa producto del Tratado de Basilea?
No tanto como Núñez de Cáceres, Morillas, un empedernido español que aprobó la Anexión de Santana y luego de la derrota de 1865 volvió con las tropas españolas a Cuba, relata la vida del futuro independizador del Santo Domingo español: “Destinado a servir la tenencia y asesoría de gobierno de La Habana, no lo deslumbraron ni la opulencia de aquel emporio del comercio de la América española, donde los derechos legítimos del empleo abrían la senda de la riqueza, ni los refinados goces a que lo convidaban los adelantos de tan culta capital: el afecto a la tierra donde vio la luz primera lo hizo posponer tantas ventajas para servir en un país pobre y devastado por una serie de embates y vicisitudes.
Así es que pretendió aquel mismo destino en su patria y fue nombrado el 29 de Junio de 1810 Teniente Gobernador, Asesor general de gobierno de intendencia y Auditor de Guerra de la provincia de Santo Domingo, que acababa de ser reconquistada para España por sus naturales. Este solo rasgo de desprendimiento y patriotismo revela sus nobles sentimientos, por su loable deseo de consagrarse al bien de su país.”(Clío, ibíd.).
§15. Solo un acendrado sentimiento, ideología, intereses y mentalidad de criollo explican la vuelta de Núñez de Cáceres a un Santo Domingo devastado por la miseria de casi tres siglos y aunque la ocupación de los franceses intentó impulsar el comercio y la agricultura, el sistema esclavista que implantaron, luego de la abolición de la esclavitud por Toussaint el martes 27 de enero de 1801, la victoria de Palo Hincado encadenó de nuevo la parte Este de la isla a la esclavitud y la inercia política en la que vegetaba España desde la época de Godoy y cuyo resultado práctico fue el Tratado de Basilea de 1795 y el consiguiente afianzamiento de la pobreza con gobernadores ineptos cuya rutina era mantener el regalo que le hizo Juan Sánchez Ramírez a España, con lo que se acentuó el llamado período de la España Boba.
Con este panorama de miseria lidió Núñez de Cáceres, quien cantó en el poema “A los vencedores de Palo Hincado” los fastos de los dominicanos, pero en su mente vibraba ya el proyecto de independencia, que era un solo grito en América.
Y de hecho le propuso la idea a Sánchez Ramírez, pero éste desoyó semejante petición, aunque mantuvo en su cargo a Núñez de Cáceres. Al término de la victoria de Palo Hincado, los vencedores se dividieron en dos bandos: los del Sur, encabezados por Ciriaco Ramírez y Hubert Franco, partidarios de la independencia de la parte este de la isla, pero en unión con la república de Petión, régimen compatible con la mulatidad y la convivencia entre la minoría blanca y negra; y el otro bando, partidario de la independencia pura y simple, en una unión con la Gran Colombia, no como Estado subalterno, sino al mismo título que las colectividades que formaban parte de esa confederación de países libertados por el genio de Bolívar.
Ninguno de los dos bandos se impuso a la voluntad de Sánchez Ramírez, pero su muerte fulminante en 1811 a causa de hidropesía abrió de nuevo las compuertas independentistas.
Este es el contexto de la parte española de la isla cuando se suceden a la muerte de Sánchez Ramírez los gobiernos de los capitanes generales Carlos de Vargas Urrutia (Carlos Conuco), Sebastián Kindelán y Pascual Real, el último, y en cuyo gobierno proclamó Núñez de Cáceres la independencia de la parte este de la isla el 1 de diciembre de 1821 con el nombre de Estado Independiente de Haití Español, con un Declaración y una Acta Constitutiva que fue nuestro primer manifiesto teórico, conceptual y doctrinario de lo que es una independencia separada de la Iglesia.
SÍNTESIS
§ 16. Actuación en Santo Domingo II. Con los tres cargos ejercidos por Núñez de Cáceres y dada la incompetencia de los gobernadores españoles que se limitaron a ver pasar la miseria por la puerta de los hogares dominicanos a la espera del situado que enviaba España a través de la Tesorería de México, nuestro personaje quiso por todos los medios aliviar la carga y el sufrimiento de la isla: acuñó papel moneda para fluidez del comercio; protegió a los pobres de los abusos de los comerciantes con los altos precios de los artículos de primera necesidad, pero la ley de la oferta y la demanda fue reina; trató de pagar los sueldos a los empleados; procesó a algunos especuladores; reabrió la Universidad en 1814 y fue su primer rector y gracias a esta medida se conserva el retrato suyo que se colocó en el atrio del centro de estudios; enfrentó a su condiscípulo Francisco Javier Caro, Comisario Regio y luego miembro del poderoso Consejo de Indias, cuando quiso interceder para que no se procesara al señor Manuel del Monte Cabral, pariente y favorecido cuyo, “por atribuírsele tratos con la República de Haití para incorporar a ella la parte española de la Isla”, razón por la que fue deportado por Núñez de Cáceres a Cuba. A partir de esa fecha, el Comisario Caro fue un enemigo implacable de Núñez de Cáceres y torpedeó desde sus altos cargos toda iniciativa de gobierno y toda aspiración de ascender en la nomenclatura burocrática colonial a nuestro futuro independizador.
Muchos dominicanos enemigos de la gestión de Núñez de Cáceres le echan en cara ser el responsable, con acción tan “prematura” de la ocupación haitiana. Los historiadores oligárquicos le culpan de haber roto el vínculo de Palo Hincado con España y algunos marxistas le desaprueban por no haber abolido la esclavitud o por no haber llegado a un acuerdo con Boyer para mantener intacta la independencia del 1 de diciembre de 1801. Todas estas opiniones son discursos de deseo posfácticos.
Como se verá en la próxima entrega, la conducta de Del Monte Cabral se inscribe en la práctica política del bando que propugnaba por la unión con Haití, a condición de que la fracción gobernante de aquel país fuera mulata, como la de Petión y Boyer, y no negra como la de Toussaint, Dessalines y Cristóbal.
Este grupo de comerciantes de la Capital al que pertenecía Del Monte Cabral, realizaba buenos negocios con Haití desde antes de 1804 y será ese mismo grupo encabezado por los comerciantes catalanes Manuel Pers, en Santiago, y Buen Jesús en Santo Domingo, el que le dará la espalda a la independencia de Núñez de Cáceres. Pers tomará la fortaleza San Luis de Santiago, izará la bandera haitiana y pedirá a Boyer que proclame la unión de los dos pueblos que comparten la isla (Fernando Pérez Memén. “José Núñez de Cáceres: de liberal moderado a liberal radical”.
Clío 195, 2018: 95). El régimen colonial español impuesto por Sánchez Ramírez, conocido como España Boba, implicaba el monopolio y la esclavitud como sistema económico-político y era un obstáculo formidable para la expansión del comercio dominicano con Haití y otras islas del Caribe, comercio que había experimentado un buen desarrollo desde finales del siglo XVIII con el corso y el contrabando.(Continuará).