Juan Isidro versus Ortega y Gasset: Palabras al rescate

Juan Isidro versus Ortega y Gasset:  Palabras al rescate

Del ensayo de Juan Isidro Jimenes-Grullón:
“Al margen de Ortega y Gasset (Crítica a En Torno
a Galileo)”, rescato una serie de principios con los que intentaré, de modo final, responder a la virulenta reacción que en algunos ha causado la publicación de mi novela SIRENO.

A quien argumentó falta de ejercicio le he recordado que Saramago publicó una novela a los 35, que descartó por “no tener nada que decir”, retomando su oficio después de los 50; que Rulfo, un vendedor de llantas usadas de repuesto, publicó en su madurez dos novelas que lo convirtieron en un clásico de nuestra literatura; y que Goethe, corrigió tanto su primera novela que la publicó a los 84 años.


Permitáseme pues, a modo de respuesta final, rescatar a quien ha sido para mí uno de nuestros pensadores fundamentales, ofreciendo así un ramo de olivo a quienes están detrás de las antipatías que siempre desata el atreverse. Y cito:


1.-“Es fenómeno corriente en toda mentalidad intelectualista presumir en los demás la existencia de su propia visión. Da así por descontado que el público a quien se dirige comparte sus sentimientos e ideas…Vive él en un mundo construido a base de intelecciones, en el cual lo objetivo no cuenta o apenas cuenta”.


2.-“Acontece, sin embargo, que frecuentemente nos forjamos, sin una base de exactitud, ideas sobre las cosas. Cuando esas ideas se integran en una arquitectura mental típica, acostumbrase a decir que el hombre ha creado “su mundo” y en el vive. Tratase entonces de una reacción personal ante el contorno, tan arbitraria que a veces aparece totalmente desligada de esta última”.


3.- “Nuestra reacción frente al mundo real varía según los temperamentos y las clases sociales. Cada una de estas tiene su propia psicología, en la cual los individuos, por ser subjetivamente disímiles, ponen notas inarmónicas. Las convicciones y sentimientos, las angustias y alergias nacidas de la multiplicidad de problemas que precisan atender, dan contenido y objeto a esa realidad psicológica.”


4.-“Exacto es todo concepto que refleja una realidad dada o cuya evidencia no admite discusión. Las ciencias positivas rebosan en este principio de la exactitud. Las sociales, en cambio, no pueden ufanarse de ello. Su trama es una mezcla de datos exactos y hechos imponderables. Lo mismo acontece con la Historia. Podemos llegar a conocer los acontecimientos y a penetrar sus causas. Pero esa penetración nunca es total. Ello significa que el hecho histórico no puede ser poseído en su integralidad, quedan siempre nieblas que lo envuelven. De ello se infiere que el término exactitud histórica solo en contadas ocasiones puede ser aplicado”; y que lo que rescató de la Revolución de Abril, y la ocupación brasilera, es tan exacto como los testimonios de que se nutre.

5.-“El espíritu no se confunde cuando renuncia una concepción por creerla incierta, y abraza otra donde repentinamente ve la luz que estima la verdad. Lo que hacen Galileo y Descartes es dar una base racional a la modernidad. Completan el nuevo estado del espíritu brindándole una justificación intelectual. Pero no es con ellos cuando surge la conciencia de ser de un nuevo modo frente a otro vetusto y tradicional. Esa ya existía en la gran mayoría de los hombres, aun cuando no se la justificara racionalmente”.


6.-“Es muy frecuente el hecho de que el hombre, antes de formar opiniones, se ve arrastrado por la peripecia externa. Las familias pobres lo saben bien, cuando los hijos se ven abocados a la realización de múltiples quehaceres. Creo que esta obligación, más el no saber a qué atenerse respecto a las cosas” es fuente de la radical inseguridad de la vida”…que disfraza el discurso soberbio y autoritario.


7.-“¿Es acaso permisible sostener, sin entrar en riña con la experiencia, que las cosas reales –lo objetivo- están en nuestra vida no donde la naturaleza o el desenvolvimiento del vivir hubo de ubicarlas?…En su conjunto o raíz son, como lo prueba la evolución cósmica, anteriores a nosotros mismos. Ni los animales inferiores ni los vegetales tienen conciencia de ellas. Tampoco la tiene, entre nosotros los hombres, el cretino”.


8.-“La única opinión auténticamente mía es aquella que yo mismo, a través de pensar, me forjo. En realidad, el solo hecho de pensar nuestras ideas constituye una alteración de nuestro yo. Nuestro pensar tiene por tanto una substancia extraña que se incorpora en forma ideal a nuestro yo. Pero a veces no pensamos por nuestra propia cuenta, escuchamos las ideas de los otros y nos dejamos llevar por ellas. Perdemos entonces nuestra autenticidad y vivimos una vida falsa”.


9.-“Llega el momento en que ese hombre culto se siente ahogado dentro de las intrincadas formas que asuma esa configuración cultural ajena. Se cansa de esa vida falsa. Y comprende que necesita crear una cultura auténtica…mas su yo culto, la cultura recibida, anquilosada y sin evidencia, se lo impide. ¿Qué hacer? No tiene más remedio que “arremeter contra esa cultura, sacudírsela, desnudarse de ella”. O por lo menos intentarlo.


10.-“Nadie puede negar que la cultura es un proceso creador constante en el cual interviene cada clase social. Señalamiento importante porque hay la tendencia estimar la cultura como obras de las élites. No hay duda de que en la integración de la cultura griega intervinieron filósofos y artistas, pero también actuó la gran masa popular, los ciudadanos pobres con su impulso democrático”.


11.-“La inteligencia es lo que nos tipifica como seres vitales; y la diaria experiencia es prueba de que ella guía nuestra actividad. Inteligencia y cultura no son, pues simples utensilios para la vida. Son fuerzas que orientan nuestros pasos, nuestra actividad vital. Inclinarse ante esta realidad no equivale a dejar “la inteligencia en el aire”, sin raíces, a merced de las dos hermanas enemigas: la beatería de la cultura y la insolencia contra la cultura. Nada de eso, la inteligencia queda vinculada a la vida que es, en última instancia, su fuente. No sé de nadie que ha sostenido la idea de que “la inteligencia es el fin de la vida”. Para todo lo normal este fin es la satisfacción propia, la dicha”.


12.-Pensamos en efecto que la esencia de la dicha está en el cumplimiento de los deberes morales. Entre los primeros hállase el imperativo de la solidaridad, o sea del amor al prójimo. De eso se infiere que la inteligencia no es para el individuo ni para la sociedad un fin en sí. Es más bien un instrumento…para la mejor y más rápida culminación del quehacer vital”. Ese amor al prójimo se traduce en no querer para otro lo que no aceptas para ti, sobre todo si no puedes enarbolar tu trabajo creativo como alternativa.


Asumo, como Juan Isidro , la dicha creadora; y mis posibles deficiencias en el novelar, no como tragedia, sino como aprendizaje. Y como escritora caribeña que hace tres décadas regresó para enraizarse, y trabajar por un mejor país ( y en particular el avance de la mujer, en la formulación y evaluación de proyectos para su avance a nivel nacional y regional), asumo como un derecho propio personal y, -culturalmente hablando-, mi oficio, confesándoles con sinceridad que no me interesan en lo absoluto las pontificaciones de Milán Kundera.

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