Jubilarse del trabajo, no de la vida

Jubilarse del trabajo, no de la vida

José Miguel Gómez

La optimización de la salud mental y física en los adultos mayores debe ser una prioridad. Practicar el autocuidado debería ser un fundamento de vida personal y social de cada ser humano. Más de la mitad de la vida nos la pasamos trabajando, tratando de gerenciar una vida digna, decente, con calidad y calidez. En los países nórticos donde se siente y se vive la felicidad, el bienestar y los estándares del desarrollo social: salud, educación, trabajo, techo, buenas pensiones, respeto por las personas y servicios de alta calidad y calidez; el jubilarse es un sueño y una esperanza que se desea y se añora para vivir la felicidad a plenitud. En los países latinoamericanos, donde la seguridad social es precaria, los servicios públicos y privados deficiente y pocos gerenciados, pensiones que no dan para vivir el bienestar social, más la incertidumbre, impotencia y agonía existencial, es lo que viven las personas adultas mayores y envejecientes, producto de la lista de limitaciones socio-económicas, sociales y espirituales. Las personas responsables, adjetivas, coherentes y disciplinadas, son las que planifican o gerencian de forma intersectorial su jubilación en diferentes áreas: salud, educación, ahorros, vivienda, familia y pareja, amigos, sentido de utilidad, espiritualidad, bienestar social y emocional.

¿Qué sucede cuando una persona no gerencia su jubilación? Sencillo, comienza a sentir un deterioro físico y mental, perdiendo su capacidad para conectar y reconectar con la vida, se aíslan, o sea, quedan en soledad, entran en abandono personal y social, se deprimen, activan sentimientos de minusvalía e inutilidad, de victimización y de vivir anclado en el pasado. Es de ahí que, la jubilación es sufrible, insatisfecha, cargada de frustraciones y desesperanza.

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Aquellas personas que organizan y se preparan para una jubilación oxigenante y nutriente, son los que se mantienen activos, aprenden a gerenciar el ocio y el tiempo; pero también, la utilidad, cuidar de su salud física y mental, el altruismo, la solidaridad, la gratitud y el sentido de pertenencia. Las claves para gerenciar la jubilación desde el punto de vista de la salud mental son: mantenga su autonomía financiera y emocional, supere o gerencie las adversidades de la vida: divorcio, viudez, traiciones, soledad, adiciones, actitudes emocionales negativas, conflictos y trampas psicosociales. Además, de que le queda menos de lo vivido, ya no hay tiempo para mantener conflictos, confrontaciones, luchismo y tensiones que, desgastan y limitan el bienestar emocional.Después de la jubilación hay que cerrar ciclos, pasar la página, dejar ir muchas cosas, para dejar llegar otras. Aprenda, “No se jubile de la vida” ahora son nuevas oportunidades para conectar con la vida, hay tiempo para caminar, leer, escuchar música, ir a tertulias, juntarse con amigos, visitar museos, teatros, activar el espíritu de voluntario, regalar y desprenderse de la acumulación de cosas, reír, abrazar, dejarse acompañar, cultivar nuevas amistades y nuevos lugares; visitar el mar, la montaña, ir al cine, ver televisión, abrazar la espiritualidad. Literalmente, abrace la vida, practique las actitudes emocionales positivas: amor, alegría, solidaridad, afectos, reciprocidad, gratitud, bondad y generocidad. Sencillamente, sea flexible, muévase, haga pequeños cambios, trate de deshacerse de trampas, mañas, rigidez y hábitos que le limitan y le impiden fluir en la vida. En resumen, “no se jubile de la vida, jubílese del trabajo”.

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