Al parecer ser joven en la República Dominicana ha alcanzado el sinónimo de precariedad. Nuestro país lidera la tasa de desempleo juvenil en toda América Latina con un 29.8%, según la Organización Internacional del Trabajo. Aunque la economía del país ha sido consistente en la generación de riquezas, este dinamismo no ha impactado efectivamente en la capacidad de generación de empleos para la juventud. En República Dominicana hay más de 800 mil jóvenes que ni estudian ni trabajan, de ellos, tres de cada cinco son mujeres. De acuerdo con la Junta Central Electoral, 4 de cada 10 votantes corresponde a jóvenes entre 18 y 35 años, cifra que advierte la importancia y las facilidades que se requieren para el desarrollo de este grupo poblacional.
La gran pregunta es la siguiente ¿son ninis porque ni estudian ni trabajan o porque no tienen ni soluciones ni alternativas? 3 de cada 4 jóvenes no pueden comprar una vivienda, sin embargo, algunos asumen que son felices, porque según la economía colaborativa, por ejemplo, a tener que compartir un apartamento a los 35 años ahora se le llama co-living o vivienda compartida, a no poder abrir una oficina se le llama co-working u oficina compartida, es decir, encontramos la palabra perfecta para ocultar la precariedad.
Al respecto, el Foro Económico de Davos y el Fondo Monetario Internacional afirman que en 2030 los jóvenes no tendrán nada y serán felices, ignorando los deseos de la juventud de tener una casa, un negocio o hijos. La idea, implícitamente refuerza que ser joven es tener un salario bajo, trabajo precario y una extrema incertidumbre por el futuro. La situación dramática que viven muchos jóvenes ha contribuido a la desafección con la política, dada la sensación de que la política se ha desentendido de ellos. Además, la idea del Foro de Económico de Davos plantea a la juventud como unos entes suscriptores, como si fuera un recordatorio constante de que no pueden permitirse nada y de que la ilusión de la propiedad no es más que un préstamo a plazos.
Lo promisorio de la juventud al final termina siendo lo que en analítica geométrica se llama asíntota, aquello que se desea y que se acerca de manera constante, pero que nunca llega a cumplirse. En efecto, los jóvenes debemos comenzar a gobernar el futuro, a concitar un pacto social que garantice los tiempos venideros de una sociedad que hoy es joven, pero que enfrentará retos tan importantes como la sostenibilidad del sistema de pensiones o del propio medio ambiente. La juventud dominicana, por razones evidentes, es incapaz, por el momento, de colocar sus esperanzas en quienes nada han cambiado, a pesar del aviso de curva. De otra forma lo diría Cerati.