La destacada historiadora Célsa Albert (La Romana, 1942) publicó la investigación de su tesis doctoral en la Universidad Autónoma de México (UNAM) bajo el título “Africanía en República Dominicana”, en la cual analiza origen y procedencia de las culturas africanas que arribaron a La Española en el período de 1492 a 1800.
Complejísimo establecer, sostiene, una o varias procedencias seguras, “pues donde hay buen negocio, hay contrabando y esto sobrepasa la capacidad del control establecido a través de las rutas oficiales que traían negros ladinos, sacados por portugueses y latinizados en Europa, por hasta 3 años antes de ser traídos a la Española y los traídos directamente desde África a través de la costa occidental”.
Su investigación arroja que más de 122 millones de africanos fueron comercializados y explotados como esclavos en este continente. Proceso que considera un mercado del horror humano y sobre todo que este hecho no contó con la conmiseración de ninguno de los poderes de entonces, ni de los Reyes, ni de la iglesia como la institución evangelizadora de ese tiempo.
Como humanista y como investigadora, la autora tiene un amplio concepto de la cultura tanto en el orden espiritual; intangible, como material, tangible. Entiende la cultura “como un proceso”, cuyo resultado no debe usarse para dividir o para clasificar, sino “para determinar y valorar los aportes de los diversos actores que confluyen en una determinada sociedad”.
La lectura de “Africanía en la República Dominicana no deja dudas de que nuestros cuerpos, nuestro sudor, nuestra sangre y nuestras lágrimas sirvieron para ensanchar la territorialidad europea, sus riquezas y su dominio y sobre todo que no hemos podido en estos 532 años quitarnos las etiquetas y el dolor. Que no hemos tenido la oportunidad de conocernos y reconocer que lo que somos y lo que tenemos viene ineludiblemente de ese origen y esas circunstancias.
La importancia de pararse frente al espejo sin autorecriminación y sí cuestionando los prejuicios y la denostación de los que hemos sido víctimas: primero el cerebro, luego la piel, luego el pelo y siempre como lo que no se nombra; la pobreza y la ‘raza”. Al someterse a los estereotipos se obtiene la aceptación de nuestras apariencias, pero esto no borra quiénes somos. Una careta social que intenta ocultar lo que resalta.
Hallazgos de Celsa sobre la presencia africana en la cultura dominicana:
Aspectos del Sincretismo cultural
Tomando en cuenta el sincretismo como concepto, que ella define con una envidiable poética, como: “una sincronía acrisolada, elementos de distintas culturas que se convierten en una. Elementos que no aparecen dispersos ni se pueden descomponer”.
En este aspecto, contempla el merengue y sus instrumentos. Las creencias y ritos africanos insertos en la religiosidad popular. “Los africanos vincularon “el carácter y las leyendas de sus deidades con el carácter y las leyendas de las divinidades católicas“.
Explicando las jerarquías y funciones de estas prácticas religiosas. Destacando el papel de la mujer, tan importante en estas manifestaciones, tanto en África como en RD y el resto del Caribe. Compartiendo además, fotos de los Santos, características de los maníes, las mujeres como servidoras de los seres, entre otras características.
Entre la patria y la lengua
No se queda el fervor patriótico religioso presente en el Juramento Trinitario que también comparte como muestra de la religiosidad del pueblo dominicano.
En el aspecto del lenguaje y la literatura, la doctora también trata el tema del sincretismo cultural relacionado con el lenguaje y la literatura. En la lingüística señala dos niveles de sincretismo primero en la morfología y semántica y segundo en relación a la presencia de vocablos y giros sintácticos. Por supuesto no se refiere sólo al español sino también a las lenguas que se hablan en la región, Donde la palabra lágrima en yoruba tiene igual significado en francés en inglés y en creole. Ojo + Agua. Éste descubrimiento nos llevó a pensar que desde el principio la comunidad de Ojo de Agua estaba predeterminada a las lágrimas por Las Hermanas Mirabal.
Palabra que nombra en muchas formas
Entre los vocablos señala formas adverbiales como aquellas que se refieren a un lugar lejano: Junumucú. Para la flora guineo, gandul y malanga. Entre los animales está la guinea y el chango. Adjetivos para las personas como cocolos y mandinga. Incluye otros relacionados a personas como lemba, mandé, bembé, fucú, guanguá. En relación al cuerpo humano están bembóñ y bembú… En alimentos mangú, mondongo, ñame, cachimbo, pilón. En cuánto a la música merengue, bachata, mambo, bongó, marimba, sarandunga, sarandonga, kimbamba, katanga.
Voces que cantan al negro en el Caribe
Otro apartado importante es el papel de los negros y las negras en la literatura dominicana refiriendo que estos entran a la literatura como un personaje ya muy avanzado el siglo XIX. En la literatura el abordaje del negro tiene matices relacionados con la lucha de clases. Se refiere al ámbito caribeño donde especifica los aportes de José Martí y Nicolás Guillén de Cuba, de Luis Palés Matos y José Luis González de Puerto Rico.
El negro detrás de la oreja
En relación a la literatura Dominicana, la doctora Albert explica que sólo a partir de los movimientos “vedrinismo y postumismo se puede hablar de una presencia de los negros en la literatura con intenciones reivindicativas, como es el caso de Manuel del Cabral “Trópico negro”, “Compadre Mon” y la de Tomás Hernández Franco y su “Yelidá”.
Este libro, publicado por el Archivo General de la Nación se constituye en un documento de consulta y referencia, pero también debe considerarse como un manual indispensable para futuros estudios de la identidad nacional.
El aporte mayor de “Africanía en la República Dominicana” reside en el rigor de la investigación, que ha bebido en una amplísima diversidad de fuentes con un enfoque que le permite ampliar la temática que aborda y que confirma el gran peso tanto histórico como presente que tiene África en nuestra cultura (música, gastronomía, lengua, forma de trabajo y espiritualidad). La doctora Celsa Albert es una educadora que se ha dedicado a documentar la sociedad dominicana desde la africanía, hecho que le ha enfrentado a sus miedos y a quienes les afecta el resultado de sus investigaciones. Leerla es como hacer un inventario y a la vez ver despertar nuevas inquietudes.