La aporofobia

La aporofobia

José Miguel Gómez

Los psiquiatras y psicólogos nos hemos entendido bien con la agorafobia, la fobia social, la homofobia, la xenofobia y otras tantas a las que medicamos o las confrontamos a través de la psicoterapia. Pero ahora debemos dar a conocer, sensibilizar, psico-educar sobre la aporofobia: el miedo o rechazo al pobre. Algo ya conocido desde siempre pero no diagnosticado y entendido, desde el desprecio al pobre, que se convierte en una violación humana a la dignidad de la persona por su condición social, personal, económica y existencial. Adela Cortina una periodista española refiere: “el 20 de diciembre del año 2017 la Real Academia de la Lengua introdujo en el Diccionario de la Lengua Española el término “aporofobia”. Décadas anteriores, había escrito sobre el miedo al pobre”. En el mundo existe todo tipo de discriminación, exclusión, rechazo e indiferencia hacia personas de color, inmigrantes, por sus creencias religiosas, por su condición social o cultural. En nuestro país en Siglo XX aún se trataban o se clasificaban algunos grupos sociales como gente de primera, o de segunda clase. Se excluía por apellidos o por el lugar donde vivían las personas; aún en el Siglo XXI existen personas que no pueden poner su dirección para buscar un trabajo si vive en la parte atrás de algún barrio marginal. La pobreza y los pobres siempre han sido estigmatizados, discriminados y se les dificulta entrar al desarrollo social, aun teniendo la preparación técnica o profesional. Ese rechazo al pobre, miedo a la pobreza o al perfil de la condición socio económica deprimente, muchos lo expresan con desprecio, indiferencia, apatía, suciedad, abandono, etc. Para otros puede tratarse de un perfil de delincuente, persona poco confiable, riesgosa o hacedora de daño. Ese rechazo puede ser verbal o extra verbal, puede realizarse a través del daño físico, emocional, psicológico, por negligencia. El pobre que padece el maltrato o rechazo por aporofobia empieza a padecer de aislamiento, evitación social, baja autoestima, pobre auto-concepto, falta de autoconfianza y auto-determinación. Sin embargo, a otros puede ocasionarles el desarrollo de las actitudes emocionales negativas, como son: el resentimiento, el odio, la frustración, la ira, el enojo crónico, la tristeza, el miedo y la inseguridad. Sencillamente, la pobreza no es una elección personal, es una exclusión socioeconómica y cultural que puede ser de varias generaciones creando la pobreza estructural, por falta de oportunidades en la educación, la salud, el empleo, el bienestar, la felicidad y una existencia armoniosa y satisfecha. El pobre y la pobreza son visibles, es una deuda de la democracia que han fallado en el desarrollo sostenible y la distribución equitativa para dar oportunidades a los excluidos por siglos.
La aporofobia es una vergüenza de un Siglo XXI más próspero y de mayor crecimiento, pero que rechaza y le niega las oportunidades o se expresa con indiferencia a los pobres. Ojalá sirva la terminología de aporofobia para sensibilizar antes que rechazar. La democracia como sistema político debe garantizar, proteger e invertir en aquellos cordones de miseria donde viven los excluidos de la salud, energía, agua potable, educación, bienestar y desarrollo con inclusión y cohesión.
Lamentablemente la aporofobia no se puede tratar con pastillas, jarabe o psicoterapia. Las otras fobias, las abordamos y las podemos desaparecer para que las personas sean funcionales, adaptativas, felices y armonizada. No es un problema médico, es un problema humano, de compromiso social y político para accionar con políticas públicas que en Latinoamérica pueda sacar de pobreza a tantas personas que sufren de hambre, desnutrición, de enfermedades prevenibles y, encima de todo, son rechazados, maltratados, estigmatizados como personas “peligrosas” o de “vagos”, “improductivos”, “incapaces”, “sin talentos”, etc. Vamos a detener y rechazar el miedo a los pobres.
Ese miedo al pobre y a lo que representa se enfrenta con altruismo, solidaridad, humanización, empatía social y respecto a la dignidad. Todos conocemos de personas que han tenido oportunidades y han dejado de ser pobres y han contribuido al mundo, a la sociedad y a otros seres humanos. ¡Que pare la aporofobia!