Ilustración hecha por: @YosoyJarul
Anteriormente hemos hablado en este espacio de la doctrina del «Soft power» que desde hace décadas Estados Unidos ejecuta en su política exterior con países no tan aventajados como ellos para así influir -según sus propios intereses- en el acontecer de estas naciones, una práctica más común en América Latina.
La reciente decisión de la Dirección de Aduanas de los Estados Unidos de prohibir la entrada del azúcar producida por la compañía Central Romana es un ejemplo de la actitud anteriormente expuesta. Según las autoridades de esa nación, tras una investigación se confirmó una serie de violaciones a las resoluciones de la Organización Internacional del Trabajo sobre la labor en condiciones forzosas en las instalaciones del más grande ingenio del país.
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Sin embargo, estas acciones tienen un trasfondo que es necesario tomar en cuenta a la hora de analizar la situación, amén de que la empresa afectada sea de capital estadounidense, o que la mayor cantidad del azúcar producida por la empresa se consuma en la República Dominicana, o que les tomara al menos 10 años llegar a esta decisión con base en una realidad que han identificado año tras año durante su examen y que ellos mismos han reconocido que se han superado.
¿Cuál es el objetivo de Estados Unidos?
La razón de la decisión no es más que la de aumentar la presión a la República Dominicana para que ceda ante la intención de la comunidad internacional para aceptar sus disposiciones en cuanto a la población haitiana por la crisis que todos sabemos que se vive en ese país, o que al menos reduzca la intensidad de las acciones en detrimento de los extranjeros ilegales -en su mayoría haitianos- que permanecen en el en territorio nacional.
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Pero, ¿qué hay detrás de todo esto? Esa es la pregunta que muchos se hacen, pues Estados Unidos no ha manifestado abierta ni oficialmente alguna intención para con el pueblo haitiano o la solución de su problema, es más, pareciera que esa nación quisiera que todo se quede tal como está sin tener que intervenir directamente pero con la posibilidad de decidir lo que allí pase si es necesario y conveniente para sus intereses.
Recordemos, que desde que la República Dominicana arreció las acciones en contra de la inmigración ilegal a territorio nacional y el consecuente rechazo de los Estados Unidos a esta decisión queriendo pintar al país como «El malo de la película», situaciones como la solicitud de intervención militar de la comunidad internacional se han acallado a tal punto que no se tocado más ese tema.
Aunque no nos guste, la República Dominicana depende en gran medida de dos socios comerciales que son Estados Unidos y la República de Haití, por lo que debemos saber mantenernos firmes en nuestras decisiones, pero calcular todos los pasos siguientes, incluidos los que vayan en rumbo a aupar nuevas relaciones comerciales con otras naciones; eso sí, decididos vehementemente a no dejarnos cargar con un problema que no hemos causado y mucho menos del que no somos responsables, manteniendo así la actitud de camaradería, colaboración, solidaridad y diplomacia que nos ha caracterizado como país.
Debemos esperar más y mayores ataques con los que buscarán hacernos ceder, pues aunque pareciera una decisión contraproducente para los Estados Unidos el impacto de esta medida no se sentirá en su territorio tanto como en la República Dominicana ya que la sobreoferta de un producto puede desestabilizar el mercado y llevar a la quiebra a sus productores, y es por eso que el Gobierno se ha visto forzado a intervenir en la situación.