Es, quizá, el sector más limpio, tranquilo y seguro de la ciudad, además de contar con la hermosura que le imprimen sus residencias siempre pintadas y los frondosos árboles que prodigan sombra o alegran el espíritu con sus flores multicolores.
La basura no está esparcida por sus calles ni proliferan negocios escandalosos. Tampoco es común ver residuos de construcciones, agua desbordada en tuberías y filtrantes, vehículos abandonados, vías sin rotular. Ni siquiera personas mal educadas.
No hay condominios. Los pocos establecimientos comerciales que se han instalado, se acogen a las normas establecidas en cuanto a cantidad de pisos y estacionamientos y a las áreas donde pueden erigirse.
Durante las noches, es el lugar más iluminado, pues nunca hay una lámpara apagada: las bombillas que se funden son repuestas al instante.
Las guaguas anunciadoras están controladas. No hay ocupantes foráneos en solares baldíos y hasta los anexos a viviendas están regulados.
Estas y otras cualidades han convertido a La Castellana en un barrio modelo, que ha alcanzado esta categoría gracias a la tenacidad y la perseverancia de su Junta de Vecinos, que labora 24 horas durante los siete días de la semana. Son hombres y mujeres profesionales, trabajadores también fuera de sus hogares pero que han asumido sus responsabilidades comunitarias con dedicación, seriedad y entusiasmo.
Cada uno tiene una función que cumple religiosamente, sin aspavientos ni vanagloria, como un deber. A veces con una llamada telefónica, un mensaje por las redes sociales, un clic. Porque han creado chats y portales electrónicos para comunicarse. También se expresan mediante volantes que dejan bajo las puertas y hasta hace poco tuvieron un boletín informativo. No obstante, realizan visitas entre ellos, se reúnen cuando es necesario y acuden personalmente a las instancias correspondientes a exponer sus necesidades.
Varinia Caamaño, su presidenta desde 2011, atribuye el éxito de este organismo singular a que trabajan de forma institucional, sujetos a reglas, normas, ordenanzas y resoluciones de la Policía Nacional, el Ayuntamiento del Distrito Nacional, la Corporación del Acueducto y Alcantarillado de Santo Domingo, el Cuerpo de Bomberos, el 911, Migración, Ministerio de Salud, Medio ambiente, Procuraduría General de la República, Ministerio de la Mujer, entre otras entidades en las que ya son figuras familiares.
“Nosotros nos hacemos escuchar, estamos dispuestos a defender nuestros derechos y, además, tenemos personas que nos apoyan, estamos organizados y conocemos las leyes”, expresó Varinia, que, aunque conoce de memoria contenidos y números de reglamentos, decretos, resoluciones, conserva archivos documentados sobre las acciones de esta Junta, posiblemente la única de la capital con esas características.
Se reúnen una vez al mes, pero viven en control diario. Sus integrantes son, también, Dulce Fontana de Ottati, Manuel Carbonell, María Estela Gutiérrez de Carbonell, Flor Campos Sosa, Carlos Batista, Marianela Veras de Ramírez, Angélica Fernández de Lluberes, Victoria Damirón de Romero, David Brito Lozano, Félix Montero, Belkis Morel Valenzuela, Berquis Rosario Mata.
Carlos Espinal Andeliz, María Magdalena Collado de Espinal, Eléxida Grullón de Balaguer, Salma Figuereo de Adams, Violeta Fontana de Bello.
Hablaron de este organismo, además de Varinia, Carlos Batista, relacionador público; Angélica Fernández de Lluberes, secretaria de animación urbana, y Flor Campos Sosa, de Educación Ciudadana.
Porque cada miembro tiene una función. Cada calle tiene un delegado. Otros cargos son Defensoría del Espacio Público, Gestión Ambiental, Infraestructura Urbana, Gestión de Riesgo, Bienestar Social, Género, Seguridad Ciudadana, Ética y Disciplina, asumidos por miembros comprometidos con La Castellana.
Recitan sus normas como si las estudiaran a diario, especificando resoluciones que las contemplan. Por eso a todo cuanto expresan le anteponen: en la ley, el decreto o la ordenanza tal, se especifica. Tienen igualmente dominio de lo que establecen sus voluminosos reglamentos.
La unión de estos vecinos ha logrado sacar discotecas, restaurantes, invasores, “amparados en normativas de uso de suelo. Si no fuera así, La Castellana estuviera más prolífera que Los Prados”, declara Carlos Batista.
Angélica señala que “aquí no hay colmadones, ni los permitimos”, lo cual es innecesario pues en los límites funcionan cuatro de los más conocidos supermercados del país.
“La Castellana es estratégica -añade Varinia-. La circundan al norte la Oloff Palme; al sur, la Gustavo Mejía Ricart; al Este, la Fernando Arturo Defilló y al oeste la avenida Núñez de Cáceres”.
Varinia es la chispa que enciende, impulsa y coordina a estos abnegados voluntarios, aunque todos exhiben el mismo entusiasmo y sentido de responsabilidad. Ella conoce la historia del sector, las autoridades que los escuchan y apoyan, los vecinos.
Cada año realizan una marcha contra la arrabalización a la que se integran todos los habitantes, cuyo aporte mensual es de 200 pesos invertidos en material gastable para comunicaciones, letreros, actividades y compras. Por todo el barrio hay colocados afiches señalando las prohibiciones y reglas.
– ¿Cómo han logrado que La Castellana no se haya llenado de edificios multifamiliares? “En las áreas residenciales solo se permiten dos niveles, en las comerciales, cuatro. Nos hemos convertido en guardianes de que eso sea así”, manifiestan.
Este modelo de 30 calles, 22 de las cuales llevan nombres de mujeres sobresalientes que la Junta logró rescatar del olvido con apoyo del Ayuntamiento, el Ministerio de la Mujer, Ylonka Nacidit, ha calado en otras urbanizaciones. Han formado la Unión de Juntas de Vecinos con Los Prados, Las Praderas, Altos de Las Praderas, Residencial Mercurio, Estancia Nueva, Ciudad Moderna y San Gerónimo. Los interesados en recibir orientación pueden escribirles a juntadevecinoslacastellana@gmail.com.
Respecto a las instituciones que trabajan con la entidad, la comunicación ha sido clave de su éxito. Ellos se les acercan respetuosamente y reciben el apoyo. Notifican y requieren. “Les damos la información, denunciamos y nos damos seguimiento mutuo”.
La historia. Según investigaciones de Varinia Caamaño, los terrenos de La Castellana pertenecían a los Trujillo. Se comenzaron a comprar solares a mediados de los años 70. El arquitecto Carlos Espinal Andeliz, que fue el primer presidente de la Junta de Vecinos, adquirió 18 solares e hizo las viviendas originales. Violeta fue de las primeras adquirientes al igual que Rafael Taveras Morales, David Brito, José Herrera (otro pasado presidente). Entonces la cuota para el mantenimiento era de diez pe sos mensuales.