Los nacidos bajo la dictadura de Trujillo poco sabíamos de actos de corrupción. Trujillo sí podía decir: “La corrupción se detiene en la puerta de mi despacho” porque la corrupción era él mismo y se aposentaba en sus manos. El clientelismo político no existía. La burocracia funcionaba a la perfección, cada funcionario y empleado público cumplía fielmente las leyes y las órdenes del dictador. El problema con Trujillo era fundamentalmente político. Los contados corajudos que se atrevieron enfrentarlo, a no rendirle pleitesía, tenían tres opciones: la cárcel, el exilio o la muerte. Ajusticiado Trujillo por los héroes del 30 de Mayo, todo se derrumbó. Todo aquello que oliera “En esta casa Trujillo es el Jefe” se vino abajo, aun cuando se permitieran las atrocidades de Ramfis contra los sobrevivientes y familiares, como haría su padre, que de casta le viene al galgo, que hizo “volar sesos como mariposas” contra los valientes expedicionarios del 14 de junio y el crimen de las tres mariposas.
Los grandes males de la corrupción vine a comprenderlo luego que el presidente Bosch, me convenciera de la importancia de aceptar la beca de la AID para cursar una Maestría en Arte y Ciencia de la Administración Pública en la Universidad de Río Piedras, Puerto Rico, con estas sabias palabras: ”Un gobierno que no cuente con funcionarios honestos y capacitados nunca será un buen Gobierno.”
Allí comprendí lo que Bosch me decía y lo que el profesor Muñoz Amato enseñaba: “Hay ciertos países donde el ambiente cultural y político no ofrece condiciones favorables para que el gobierno sea honrado y eficiente. Así, por ejemplo, se practican impunemente el soborno, la malversación de fondos y otras formas de corrupción administrativa y no existe en la sociedad consenso de desaprobación suficientemente articulado e intenso para poner coto a tales irregularidades. En ciertos casos, la actitud de los ciudadanos y de sus líderes frente al gobierno es puro cinismo. Se le considera como un mero escenario de la lucha por el poder, donde cada competidor tiene el solo objetivo de satisfacer sus ambiciones egoístas. No se concibe el sistema político como un instrumento del pueblo para enriquecer y distribuir el patrimonio colectivo, tanto espiritual como material.”
La cita viene a propósito de la declaración del inefable diputado Pedro Botello, del PRSC, aliado al PRM, quien confesara impúdicamente haber negociado con el PLD los votos necesarios para extender el periodo de toque de queda.
“El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente.” La ética y la moral han desaparecido. El sistema político está contaminado más allá del COVID-19. Este es el momento que estamos viviendo. Es ese sistema político-cultural que tenemos que combatir y superar hasta lograr una nación de ciudadanos, libre, independiente y soberana de toda intervención extranjera, un gobierno capaz, justo y sabio que sirva para servir a su pueblo y para fomentar el bienestar y desarrollo de la nación de manera equitativa y justa, más allá de las falsas promesas y del cinismo.