En tiempos recientes, hemos visto que en los distintos países de la región como son Chile, Brasil, Colombia han estado polarizándose entre extremos ideológicos, inclusive convirtiendo los procesos electorales en una pelea de “bien y el mal”, dependiendo de la narrativa que construya un bando para poder ganar simpatías de un electorado que se encuentra como un péndulo volcándose de un momento a la izquierda y en otro a la derecha, pero peor aún, personas que desprestigian los mecanismos democráticos y tienen algunas posturas autoritarias.
Se ha visto solamente en un año, un amplio rechazo de las reglas democráticas del juego como en el caso de Brasil que el presidente que buscaba reelección desprestigiando el Tribunal Superior Electoral días antes de las elecciones e inclusive denunciando el fraude después de conseguir resultados adversos.
Recientemente el caso del presidente del Perú buscando abolir el congreso y los países centroamericanos como Nicaragua restringiendo libertades civiles de la oposición, incluido medios de comunicación y el Salvador cumpliendo más de 8 meses en un estado de excepción bajo la premisa de la lucha contra la delincuencia.
La escasez de la democracia que se ha acentuado en los últimos años y que nos hace pensar en la importancia de la democracia.
Todos esos sucesos me han puesto a pensar sobre el debilitamiento del sistema democrático por la falta de consciencia de la ciudadanía en los valores democráticos, la falta de tolerancia, la alta polarización política y el respeto a las reglas escritas(constituciones).
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La tolerancia, un pilar fundamental para la coexistencia, va íntimamente relacionada a la contención institucional. En palabras de la Real Academia Española la tolerancia es el “respeto a las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias”.
La tolerancia alude a la idea de que, siempre nuestros adversarios acaten las reglas constitucionales, aceptamos que tienen el mismo derecho a existir, competir por el poder y gobernar que nosotros, podemos estar en desacuerdo con ellos.
La erosión de la tolerancia puede motivar a los políticos a usar una fuerza avasalladora contra sus oponentes y traer una polarización.
La polarización política, hace que llegue a un nivel que los partidos se contemplen como enemigos acérrimos, en el cual la competencia política deja de ser de ideas y se vuelve en una narrativa del “bien y el mal”.
Puede llegar a despedazar las normas democráticas para hacer un traje a la medida de quien ostente cierto grado de poder.
Un extremismo en el que las sociedades se clasifican por bandos cuyas concepciones del mundo no solo son diferentes, también, mutuamente excluyentes.
Estamos atravesando tiempos difíciles globalmente, son momentos para pensar con la cabeza fría y ver cómonos encontramos y como nos visualizamos.
La democracia, como bien ironizaba Winston Churchill de forma “la democracia es el peor sistema de gobierno a excepción de todos los demás que se han inventado”.
La democracia no solo es una forma de gobierno, también es una forma de organización y de convivencia, tenemos que protegerla y que se respete la pluralidad de ideas bajo el respeto, la tolerancia y el respeto de las normas democráticas.