Por Gustavo Alejandro Oliva
Cada vez son menos los que conciben la democracia como mejor y única forma aceptable de organizar la vida en común. En 2023, apenas la mitad de dominicanos cree que la democracia es superior a otras formas de gobierno. Ni esto siempre fue así, ni esta es una patología endémica de la República Dominicana.
Hoy el apoyo a la democracia se ubica en el promedio regional. En 2008, casi el 75% la respaldaba. Aunque la pérdida de leales al orden democrático en RD está entre las más cuantiosas, en toda América Latina el compromiso moral con la democracia se diluye y prolifera una nueva especie ciudadana: los desencantados, apáticos o indiferentes a la naturaleza del régimen que lo gobierna.
El deterioro de los valores democráticos no debe leerse desde una mirada melancólica al pasado. Este indicador mide la fortaleza del régimen, su capacidad de ser resiliente en tiempos de crisis, cuando la apatía puede mutar en antipatía militante y derruirlo. Que se debilite la convicción en lo deseable de las reglas de juego democráticas, es una amenaza latente para la convivencia y la estabilidad del sistema en el futuro cercano.
La ECD identifica los desencadenantes del desapego hacia la democracia en RD. Conocer las causas del desencanto permite atajar sus efectos perversos y prevenir la involución o el colapso. A continuación, los principales hallazgos.
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Revolución educativa, la asignatura pendiente
El nivel educativo es el factor que más contribuye a fomentar la apatía democrática en la RD. El riesgo de indiferencia hacia la democracia es 2.8 veces mayor en el grupo con sólo educación primaria o secundaria que para quienes tienen formación universitaria.
Once años después de conquistado el 4%, PISA muestra graves déficits de aprendizaje: 3 de cada 4 estudiantes carecen de toda competencia básica. Urge que la calidad educativa sea parte del ímpetu reformista con que el Gobierno reelecto buscar dejar huella. Postergar la tarea traería consecuencias nefastas.
Una sociedad donde la mayoría no posee las capacidades para integrarse en la economía global del conocimiento, está condenada a pobreza y desigualdades obscenas. Además de llave de las oportunidades que abren el portón del bienestar material, la educación es prerrequisito imprescindible de una ciudadanía crítica, bien informada y equipada con las habilidades analíticas necesarias para no sucumbir a la tentación populista.
Este no es país para jóvenes
Ser joven es el segundo predictor más potente de la ausencia de afecto por la democracia. Para quienes tienen menos de 35 años, la probabilidad de desencanto es 2.2 veces mayor que entre la población de 45 y más años.
Los nacidos en el periodo democrático más extenso de la historia, también exhiben las actitudes más frágiles. Ley de vida: las generaciones socializadas en entornos estables, tienden a dar por sentados los derechos y libertades democráticas. Esta paradoja puede explicarse por la ausencia de memoria de privación, de haber experimentado en carne propia la opresión autoritaria. Sin embargo, esto no es más que la punta del iceberg de la decepción juvenil.
En esta fase del ciclo vital, eventos como la inserción en el mercado de trabajo, impactan los afectos políticos. Muchos jóvenes enfrentan el desafío de encontrar un empleo que les posibilite construir un proyecto de vida. Desempleada o precarizada, parte de la juventud se siente frustrada y responsabiliza al sistema político por las promesas incumplidas de progreso.
A nivel planetario, los jóvenes son la vanguardia del cambio de valores. RD no es una excepción. La juventud dominicana es el segmento de la población con una visión más igualitaria en temas de género y el más tolerante hacia las minorías sexuales, de origen y religiosas. La desconexión democrática surge entonces del choque entre valores juveniles modernos y los valores tradicionales que dominan la sociedad y la política.
El Estado, propiedad privada del político
Las creencias alrededor del patrimonialismo son el tercer condicionante de la apatía. La indiferencia es un 83% mayor en quienes aprueban el reparto de los empleos y contratos públicos entre amigos y familiares de cargos políticos que entre quienes la rechazan.
Heredada del pasado autoritario, la práctica de distribuir empleos y contrataciones según lazos personales ajenos al mérito, pervive bajo estructuras democráticas. Normalizar que parientes y allegados de la clase política sean favorecidos con acceso privilegiado a los recursos estatales, viola el principio democrático fundamental de la igualdad política.
La colocación arbitraria de familiares y amigos en la administración pública excluye a la mayoría sin vínculo personal con el poder, alimentando la percepción de las instituciones políticas como injustas, parcializadas y desentendidas del interés general. La experiencia repetida de sentirse perdedor de un proceso democrático y percibir que la actuación de las autoridades se orienta a su propio beneficio y el de su círculo íntimo, crea una espiral de cinismo político que corroe la fidelidad ciudadana hacia la democracia.
Desempeño democrático y democracia instrumental
El desencanto es 43% mayor entre los dominicanos insatisfechos con el funcionamiento de la democracia. La evidencia advierte que la legitimidad del gobierno democrático no es una mera cuestión emocional o moral. Revertir la desconsolidación requiere prestar atención a los resultados.
Primero, el buen desempeño económico influye positivamente el apoyo a la democracia, en especial la buena marcha de la economía familiar. Segundo, el compromiso con el orden democrático depende de cómo la ciudadanía evalúa la capacidad de instituciones y autoridades para atender con éxito los problemas y demandas sociales.
En contextos como el dominicano, donde el apoyo hacia la democracia está en retroceso, el malestar por el deterioro de las condiciones de vida, la frustración de expectativas de bienestar individual, percibir que el Gobierno no es receptivo a las demandas populares o capaz de resolver problemas cruciales, puede crear las circunstancias propicias para que la población conciba deseable e impulse el ascenso de fuerzas antidemocráticas.