La disyuntiva de Putin el Día de la Victoria

La disyuntiva de Putin el Día de la Victoria

Alfredo De la Cruz

En su discurso del 9 de mayo, el Día de la Victoria de Rusia sobre la Alemania nazi, el presidente ruso, Vladimir Vladímirovich Putin dijo de todo, pero no dijo lo que la población rusa y el mundo esperaban que digiera. 

El Día de la Victoria, es el día en que los rusos celebran el triunfo del ejército soviético sobre la Wehrmacht el ejército de la Alemania nazi que Adolf Hitler había enviado a invadir la Unión Soviética. Se esperaba que Vladimir Putin anunciara, o bien, el final de lo que él llamó “la operación militar especial de desnazificación de Ucrania” o la declaración oficial de esa guerra que no ha sido declarada como tal aún.  

El presidente de Rusia invadió Ucrania, pero sin una declaración oficial de guerra, entonces se esperaba que o declarara el final de la guerra o anunciase el comienzo de la guerra, con la justificación de que la OTAN está interviniendo con el envío masivo de armamentos a Ucrania

La cuestión es que, no hizo ningunas de ambas cosas. Ni dio por terminado el conflicto ni tampoco anunció oficialmente la declaración de la guerra, lo cual habría implicado poder movilizar a la fuerza de reserva militar, cientos de miles de rusos armados que puede enviar al país invadido. 

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¿Por qué no hizo ningunas de ambas, y eligió simplemente justificar con los argumentos ya antes empleados y que se asemejan más a teorías conspirativas, la invasión que inició hará ya, dentro de unos días, 3 meses? 

Pero, sobre todo ¿Cuál es el significado de que Putin no haya anunciado lo que se esperaba que anunciara?  

A ciertos líderes europeos muy allegados a él como Víktor Orbán el primer ministro de Hungría, Putin les había dicho que iba a anunciar el final de la operación en Ucrania dando por alcanzado los objetivos y, por tanto, proclamando la victoria de Rusia sobre los que él llama “los nazis ucranianos”. 

Esa era una posibilidad que había trascendido porque incluso el papá Francisco habló de que tenía la información dada por el propio primer ministro Orbán de que se anunciaría el final de esta guerra.  

Por otro lado, la CIA y el MI6 el brazo exterior del servicio de inteligencia del Reino Unido, habían detectado de que era posible que Putin declara la guerra y por ende anunciase la movilización de los reservistas rusos para ayudar a las tropas que no están alcanzando sus objetivos todavía en Ucrania. 

Que no haya pasado ni lo uno ni lo otro llama mucho la atención y debe ser interpretado qué significa que haya salido a justificar esa invasión en vez de anunciar su final o de declarar oficialmente una guerra que hasta ahora no ha sido declarada. Probablemente significa, viendo el teatro de operaciones que no está en condiciones ni de una cosa ni la otra.  

Aunque ya conquistó la ciudad de Mariúpul con su estratégico puerto, situada a orillas del mar de Azov y en el óblast de Donetsk, quitándole a Ucrania su salida al mar de Azov, es muy poco para anunciar una victoria. No se puede cantar una gran victoria teniendo solo Donetsk, Lugansk, Crimea (que ya la tenía) y Mariúpul.  

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Porque desde hace tiempo están tratando de entrar a Járkov ubicada al noreste, cerquita de la frontera con Rusia y la segunda ciudad en importancia de Ucrania que entre 1923 y 1934 fue su capital. Debido a su gran peso estratégico sería de una gran importancia propagandística su conquista, pero las tropas rusas no han podido conquistarla. Ingresan y retroceden porque están siendo fuertemente repelidas por las fuerzas ucranianas. 

Tampoco han podido conquistar la importante ciudad de Nicolaiev a solo 65 kilómetros del mar Negro y donde el 30 de mayo de 2001 ocho niños ucranianos demolieron la última lanzadera de misiles nucleares de las 1,700 bombas atómicas con que contaba Ucrania en el 1991.   

De haber podido conquistar Nicolaiev, eso les habría permitido poder avanzar hacia Odesa para lograr unir el territorio que han conquistado con el Transdniéster o Transnistria la porción de territorio escindida de Moldavia entre el río Dniéster y la frontera oriental de Moldavia con Ucrania controlada por separatistas prorrusos desde principios de la década de 1990. 

Las tropas de Putin, necesitaban haber conquistado eso, para poder proclamar algo que se parezca a una victoria. Pues con lo que tienen hasta ahora no alcanza para proclamar una victoria. No es mucho y aunque Rusia no está perdiendo la guerra ni nada parecido, lo que tienen es demasiado poco, para dar la guerra por terminada. 

Pero se ve que tampoco pudo proclamar la guerra abiertamente, esto es, proclamar la guerra oficialmente y tal vez se deba a cuestiones internas de Rusia. Posiblemente la explicación esté en que, si llega a movilizar masivamente reservistas, va a incrementarse la disconformidad en la sociedad rusa, la que viene creciendo a medida que va aumentando el número de muertos y en la medida en que este conflicto se prolonga sin llegar a su fin, teniendo en cuenta que se calculaba que iba a ser de unos pocos días. 

La economía rusa está aislada, los costos de esta guerra que se prolonga empiezan a hacerse sentir fuertemente en el bolsillo de los ciudadanos rusos y por ende anunciar que la guerra recién empezaría y que necesitaba movilizar decenas de miles de reservistas podía llegar a generar una nueva ola de protestas en las ciudades rusas. 

Tal vez encontró Vladimir Vladímirovich Putin que, en este acto, del Día de la Victoria, el día más indicado para anunciar un triunfo o para declarar una guerra, no podía hacer ni una cosa ni la otra porque todavía se encuentra atrapado, en esa especie de laberinto de Creta (el laberinto que construyó el artesano Dédalo, del que todo aquel que entraba nunca salía, porque era devorado por el Minotauro) en que entró desde aquel día cuando decidió iniciar esta terrible y oprobiosa invasión.