La Agrupación Política 14 de Junio aplicó la división social del trabajo como un elemento central para su consolidación como partido político en la sociedad dominicana. A partir de su salida a la luz pública en julio de 1961, el movimiento se vio en la necesidad de articular diversas luchas e implementar una clara distribución de tareas para garantizar el éxito en sus acciones políticas y sociales. Bajo el lema “Organización es la consigna”, el partido verde y negro se propuso coordinar las labores de sus dirigentes, militantes y simpatizantes en múltiples frentes, véase aquellas que iban desde la movilización popular hasta la propaganda, la asistencia social o el trabajo cultural, entre otros.
En el 1J4, el liderazgo no se limitaba a la figura de Manolo Tavárez pues había toda una diversidad de actores que detentaron posiciones de poder, en la mayoría de los casos vinculados a los recursos políticos y personales que acumularon durante el proceso de lucha contra la dictadura. En ese orden, se observa cómo la dirigencia partidaria desempeñó diferentes roles estratégicos como organizadores, ideólogos y coordinadores de frentes específicos, lo que nos otorga una visión más amplia del liderazgo político dentro de la organización. En su libro sobre La guerrilla de Manolo y el 1J4, el periodista Raúl Pérez Peña (Bacho) destacaba el papel de los liderazgos provinciales y locales dentro de la estructura pues estos actuaban como punto de contacto en sus respectivas comunidades, promoviendo la participación de sus miembros.
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Otro protagonista, el inmortal Juan José Cruz Segura, describe en su libro titulado “Bajo la barbarie”, la importancia que tuvieron las relaciones interpersonales para generar confianza y construir redes de apoyo. Ciertamente, la base del movimiento estaba compuesta por militantes comprometidos, cuya participación era esencial para sostener sus operaciones. En sus memorias, Fidelio Despradel refiere al trabajo voluntario que desplegaron miles de activistas, encargados de desarrollar desde las tareas más humildes hasta las más complejas. Al respecto, se puede decir que el 1J4 adoptó el modelo del Partido de masas, el cual prioriza la formación de militantes comprometidos al tiempo de crear redes para que su mensaje pudiera llegar a los sectores populares.
En ese ámbito, Fidelio Despradel nos explica que “La generación revolucionaria del 14 de Junio estaba consciente de esta deficiencia, es así que, por mandato de Manolo Tavárez, se decidió imprimir tres libros fundamentales: Los Fundamentos del Socialismo en Cuba, de Blas Roca, la Economía Política de Nikitin y los Fundamentos de Filosofía, de George Politzer”. Al respecto, Rafael Chaljub Mejía señala que los encargados de impartir los cursos de formación política fueron: Polo Rodríguez, Historia, su hermano Marcos de Socialismo Científico; Roberto Duvergé de Economía Política y Rafael Cruz Peralta, de Filosofía Marxista”.
A diferencia de dirigentes visibles, hubo otros que realizaron sus labores desde el anonimato, acumulando experiencia y capital político que, en algunos casos, les permitió ascender dentro de la estructura del movimiento. Sin embargo, la mayoría permaneció como la fuerza invisible y trabajadora que sostuvo la maquinaria revolucionaria. En ese sentido, sobresalen los ejemplos de Caín Abel, Domingo Peña Castillo (Cuca) o Rafael Pérez Guillén, quienes asumieron funciones tanto en la distribución de propaganda como en la organización de células clandestinas e incluso en el trasiego de armas para materializar sus planes insurreccionales.
No hay dudas de que la transición del 14 de Junio de Movimiento Clandestino a partido político requirió de un proceso de adaptación estratégica y organizativa que conllevó a la articulación de una política partidaria coherente a los fines de fortalecer su estructura interna y movilizar sus bases. Esto implicó no sólo preservar su esencia revolucionaria, sino también transformarla en propuestas concretas que respondieran a las demandas sociales. Por tal motivo, el 1J4 se estructuró a través de instancias y frentes sectoriales que les permitieron abordar simultáneamente distintos aspectos de la lucha revolucionaria en los que ejercieron su liderazgo. Cada uno de estos respondía a la necesidad de movilizar a sectores claves del partido y el país.
Así pues, los jóvenes desempeñaron un papel destacado, aportando energía, creatividad y disposición para asumir riesgos. Tanto el grupo estudiantil Fragua como la Unión de Estudiantes Revolucionarios (UER) convirtieron a la UASD y las escuelas secundarias en espacios de reclutamiento de militantes y de combate político. De igual forma, la participación femenina fue significativa tanto en tareas logísticas de la dirección del partido, así como en la Federación Dominicana de Mujeres . En torno a la cuestión obrera, los trabajadores organizados representaban un sector estratégico en la lucha del 1J4 por lo que se establecieron vínculos con diferentes sindicatos para articular demandas laborales acorde con sus objetivos revolucionarios. Igualmente se debe mencionar el trabajo con el campesinado el cual era crucial debido al porcentaje de este sector en la población dominicana particularmente por la condición de explotación y marginación en la que vivían las comunidades rurales.
A nivel interno, es fundamental visualizar las dinámicas que generaron las comisiones de organización, prensa y propaganda, Finanzas, Cultura, Asistencia Social, entre otras, ya que fue por medio de una organización sólida, una militancia comprometida y una estrategia inclusiva que el 1J4 se convirtió en la principal fuerza política de la República Dominicana tal como lo reflejan sus mítines y manifestaciones en donde al tiempo que demostraron la fuerza y apoyo popular que poseían también fomentaron un sentido de comunidad y solidaridad entre sus simpatizantes, tal como abordaremos en la próxima entrega de esta serie.
Dr. Amaurys Pérez
Sociólogo e historiador
UASD / PUCMM / Museo de la Dignidad.