La educación sexual: miedo y desafío

La educación sexual: miedo y desafío

El sistema educativo dominicano por muchos años no estaba articulado como instrumento de desarrollo, de progreso y de transformación, que sirva para mejorar la vida de niños, adolescentes y jóvenes.

La educación fue por décadas un modelo excluyente, desigual, cargado de inequidad que no se correspondía con las Estrategias del Nuevo Milenio ni con la agenda de Estrategia Nacional de Desarrollo.

Ahora, el Pacto Nacional para la Reforma Educativa ha esperanzado un nuevo modelo de aprendizaje integral que desarrolle inteligencia, habilidades, destrezas y capacidad de juicio critico que impulse y ponga al egresado de la escuela con los conocimientos del siglo XXl.

Décadas pasadas, fracasó el plan decenal y el modelo de escuela digna, debido a que no fue una estrategia del Estado, ni tenía recursos económicos, y mucho menos fue una propuesta de desarrollo sostenible, de una escuela de tanda única, inclusiva, renovada e integrativa.

Ahora que todo va bien, aparece la piedra en el zapato; el espíritu conservador no quiere la educación sexual en la escuela, desea y propone que sean los padres que discriminen los textos y contenido de la sexualidad. El miedo y la angustia no es la sexualidad, el temor se esconde en la revisión de actitudes de la nueva sexualidad integral, donde hay que hablar de la sexualidad como prevención, para la procreación, para el placer y la felicidad. Es una nueva sexualidad que enseñe a los niños a prevenir el abuso sexual, a conocer su género y la socialización, que hable de la identidad psico sexual, de la orientación, de las minoría, de la sexualidad responsable, y de cómo realizar de la masturbación como auto gratificación para el control del deseo sexual sin riesgo; de los métodos anticonceptivos para prevenir el embarazo en adolescentes; de la sexualidad y valores; de la prevención de las enfermedades de transmisión sexual, del VIH y SIDA.

La sexualidad integral enseña a evitar la pornografía y Cibersexo, la prostitución, la pedofilia y la pederastia; además, enseña a la elección responsable y consciente de evitar la sexualidad de alto riesgo y de conducta riesgosa.
El miedo y el temor como expresión de oscurantismo y de control de las inteligencias fueron las armas de las dictaduras. La escuela del pasado negó la sexualidad y fomentó la ignorancia sexual, los mitos y tabúes; las distorsiones y las manipulaciones de una sexualidad de siglo XVI. Los jóvenes y adolescentes viven la tecnología y redes que les llevan a todo tipo de información a sus casas; se alimentan de un cine y televisión cargada de erotismo, sexo y desinhibiciones sexuales; Pero también, consumen una publicidad sexista, permisiva y comorbida con tabaco, alcohol y droga. Sólo la sexualidad integrada en valores, con responsabilidad y conocimiento, permite seres humanos sanos, armónicos, que no dañen ni se dejen dañar. Ese desafío lo tiene el Pacto Educativo, sin dejarse extorsionar, controlar o manipular para dejar engavetado los programas afectivo-sexual, la sexualidad responsable y sexualidad del siglo XXI.

Los jóvenes se inician temprano sexualmente, se embarazan, se enferman y asumen el sexo y la sexualidad de alto riesgo; viven el hedonismo, la permisividad y el relativismo de una postmodernidad consumista, placentera y pastillera, propia del ciclismo sexual. Ellos deben de poseer las herramientas y los conocimientos de cómo responder y prevenir esos desafío, junto a la familia, la escuela y la sociedad. El resto es oscurantismo, miedo, trampa y mucha miseria humana.

La sexualidad empieza desde que uno nace y termina con la muerte. Se altera cuando se niega, se prohíbe, y cuando se tienen fantasías morbosas e impulsos descontrolados egodistonicos y desarmonizados del inconsciente de la personalidad.

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