Tendría unos escasos 10 u 11 años cuando miraba de manera curiosa como mi hermano Marino y sus amigos preparaban comida en casa: todos la probaban y decidían si era posible comerla. Mutuamente se enseñaban como hacer un nudo o cual era la técnica para ganar velocidad. Juntos pasaban horas conversando sobre los principios Scouts, su Ley y como interpretarla; que hacer para ir de pies
tiernos a tercera clase o a segunda. Así, fui poco a poco adentrándome al movimiento.
Años después uno de los integrantes del Grupo Scout #7 Eugenio María De Hostos, tuvo la disruptiva idea de conformar una patrulla de chicas. Él y otros jóvenes juntaron a varias adolescentes que vivíamos en Ciudad Nueva y que sorprendentemente, no teníamos más contacto que el de vernos fortuitamente en la calle.
32 años han pasado desde que hice la promesa de vivir bajo los principios y valores del movimiento; un juramento que conllevó que asumiera una mística de vida fundamentada en valores como: honrar a la patria, la solidaridad, el servicio y respeto a cada ser vivo. Allí forje mi carácter y encontré un grupo de hermanas y hermanos que hasta hoy me acompañan en esta aventura de vivir en forma digna, transparente y honesta.
Actualmente juego el rol de adulta voluntaria, como dirigente de la comunidad de Caminantes Simurgh, que es la rama donde los chicos de 15 a 18 años bajo la metáfora de buscar, encontrar y recorrer el camino; van fortaleciendo su identidad, forjando sus proyectos personales y afianzando cual brújula, los pilares y valores que guiarán sus vidas.
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No es fortuito que la base del movimiento sea el aprendizaje no formal, que nuestros niños, niñas, adolescentes y jóvenes, participando en la Manada, Tropa, Caminantes o Clan, a través de simbolismos adaptados a sus ciclos de vida, vayan integrando valores y normas éticas que promueven el bien común; después de todo, el fundador del movimiento Sir Robert Badem-Powell, indicaba que el compromiso de todo Scout es “Dejar el mundo mejor que como lo encontramos”, por lo cual construir un mundo mejor es una responsabilidad que cada persona asume al momento de hacer la promesa. En los scouts cada uno es responsable por los otros. Lo que implica generar vínculos, madurar cívica y socialmente, y
cultivar la confianza entre sus integrantes como valor transversal, misma confianza que depositamos en la sociedad.
La asociatividad y el servicio son componentes importantes del sistema, el cual está encaminado a contribuir a mejorar las realidades comunitarias y sociales de los niños y jóvenes donde están insertos los distintos grupos. Apoyar al cuidado del medio ambiente, promover el desarrollo sostenible, realizar acciones de servicio, integración social, construcción de ciudadanía, el respeto a los derechos humanos, y en particular brindar un ambiente protector donde superar la exclusión social y la discriminación, son apenas algunos de los abordajes en los que incide el movimiento.
En septiembre del 2015 se adoptaron objetivos globales que buscaban erradicar la pobreza, proteger el planeta y asegurar la prosperidad para todos como parte de una nueva agenda de desarrollo sostenible hacia el 2030. Lograr estos compromisos van a requerir del esfuerzo aunado de los gobiernos, el sector privado, la sociedad civil y los ciudadanos. Es por esto que esta misma Agenda 2030 reconoce a las comunidades, a los voluntarios y voluntarias como actores fundamentales para alcanzar los ODS no sólo en términos técnicos sino también culturales. El voluntariado identifica y encara necesidades no cubiertas, innova y entrega servicios de excepcional calidad a quienes tienen mayores necesidades. He aquí su relevancia.
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En América Latina según los estudios del Instituto de Servicio Global, Centro para el Desarrollo Social, de la Universidad de Washington en St. Louis (Instituto de Servicio Global) estima que existen un millón de organizaciones y asociaciones que generan tanto impacto social, que se han constituido en una fuerza motora importante en el desarrollo de sus países.
Los niños y jóvenes que se integran tienen mayores posibilidades de convertirse en adultos socialmente responsables; y los adultos, tenemos el compromiso personal de ser referentes positivos. Este círculo virtuoso perpetúa al interior del movimiento y de nuestras sociedades; valores fundamentales para hacer que la transparencia, educación ciudadana y conductas colaborativas, sean sostenibles y culturalmente viables.