La fusión moderna de la isla: Ley de Trata

La fusión moderna de la isla: Ley de Trata

José Miguel Gómez

El presidente Luis Abinader se olfateó temprano que la Ley de Trata de Personas, Explotación y Tráfico Iícito de Migrante, es un tema de no consenso en dominicana, que levanta la epidermis histórica de la ocupación haitiana, la independencia nuestra y división de la isla por siempre y para siempre.

Las colonias y los países poderosos no entienden que vivimos en una isla dividida por historia, por idioma, lengua, cultura, hábitos, costumbres, roles, estilo de vida y valores diferentes que nos separan y nos distancian.

Sin embargo, la asistencia de República domina en el comercio, la salud, el trabajo, asistencia técnica, fronteriza, ambiental y humanitaria nunca se ha detenido.

La explotación laboral, la falta de derechos universales con los emigrantes debe corregirse y mantener la seguridad de cumplir con las leyes y la constitución de la República en los artículos de deportación, de todo aquel que viva ilegal en el país.

Abinader que va a la reelección, sabía que este tema quita y apea gobierno; así lo explica la historia reciente de los 90 donde Balaguer dividía, manipulaba emociones y sentimientos nacionales con el tema haitiano: la unificación de la isla, el nacionalismo, el antihaitianismo, la revolución sin sangre, a posicionar en el tema político la identidad nacional, para separar los “nosotros contra ellos y los ellos contra nosotros” como forma de mantenerse y continuar en el poder.

Canadá, Francia, EE. UU, han decidido no intervenir, ni ocupar, ni gobernar en Haití mínimamente, para organizar el caos, la anarquía, las bandas, secuestros, asesinatos, la ingobernabilidad rampante. Por desgracia, Haití no tiene petróleo, oro, litio, níquel, agua, ni tierra fértil para visibilizar el retorno de una ocupación, bajo el concepto de: “ganar – ganar”.

Ahora, la táctica, estrategia y manipulación va por la fusión moderna: crear impuestos, transparentar los gastos del emigrante, reconocerle derechos y compromisos que, protejan e impidan el cumplimiento migratorio de la ley de cada país, para regularla a la propuesta internacional; mientras que, aumenta la migración haitiana dado el caos y la ingobernabilidad. Para recordar, ni Chile ni Brasil pudieron sostener la inadaptación social y cultural de la migración haitiana.

Sería un exilio político, económico, de derechos humanos y de inseguridad fronteriza a lo que nos quieren involucrar las colonias. Pero, ¿debe la República Dominicana cumplir la ley de Trata?, de lo contrario, vendrán penalidades, retiro de ayuda, sometimientos internacionales etc.

El solo hecho del presidente del Senado presentarlo y decir que se iba a revisar, representa una debilidad, una indelicadeza y un error que, Balaguer, un líder conservador, nunca cedió, ni acepto, en aquellas condiciones geopolíticas de mayor riesgo y ocupación.

Si el gobierno de Luis Abinader y el Ministro de política exterior dicen: la solución haitiana no puede ser República Dominicana, ni puede cargar nuestro país con Haití, es una ambivalencia y un acto de lealtad invisible el someter la Ley de Trata de Persona.

Si buscan los comportamientos y actitudes de países que reciben migración permanente, ninguno acepta violar sus propias leyes, ni que le impongan regulación o condiciones; de aceptarla, entonces, no son soberanos, ni independientes, ni libres como Estado. Esa Ley debe de engavetarse y jamás, ni siquiera plantearla si de verdad nos llamamos Duartianos, o jugamos al Santanismo y Baesismo pos moderno. Hay que decirle no a la fusión moderna de la isla.

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