Hace seis años (2017), el Movimiento de Resistencia Islámica, Hamás –en árabe, “entusiasmo o fervor”-, modificó su declaración fundacional para reclamar el establecimiento del Estado de Palestina completamente soberano e independiente, con Jerusalén como capital, en las fronteras del 4 de junio de 1967, vigentes antes de la guerra de los 6 días que ganó Israel. Tal declaración fue elogiada por distintas atalayas del Medio Oriente como un paso diplomático importante hacia una eventual negociación con Israel, puesto que desistía de los términos radicales contenidos en su carta original de 1987, donde propugnaba por un Estado islámico en la región histórica de Palestina, que comprendería los actuales Israel, Cisjordania y la Franja de Gaza, con capital Jerusalén y, evidentemente, sin reconocer al Estado de Israel.
En la modificación del 2017, Hamás enfatizó su carácter nacionalista por encima de la religiosidad islámica, aunque persistió en desconocer la estadidad israelí ni abandonar la lucha armada, belicosidad que le granjeó enorme popularidad entre la población palestina, acentuada a partir del declive de la tradicional Organización para la Liberación de Palestina (OLP), de Yasser Arafat, cuya muerte, ¿o asesinato?, llevó al poder a Hamás cuando ganó las elecciones parlamentarias en Palestina en 2007.
Puede leer: Notables éxitos en política exterior
Israel no reconoció la victoria de Hamás, se ha negado hasta hoy a negociar con el grupo al que califica de “terrorista” y abrió el camino a las sucesivas “intifadas” o levantamientos, como se conocen los continuos ataques armados de Hamás hacia ciudades israelíes. En cuanto a las armas empleadas por Hamás, en septiembre de 2014 un grupo de periodistas internacionales participantes del curso Medios de Comunicación para la Paz en Zonas de Conflictos, fuimos llevados hasta Sderot para comprobar in situ que las armas disparadas eran cohetes artesanales, de fabricación casera, que no causaban grandes estragos.
Pero Hamás evoluciono hasta convertirse en la principal amenaza armada contra Israel, característica que le permite obtener el financiamiento y la cooperación militar del grupo libanés Hezbollah, de los ayatolás de Irán y la simpatía de Vladimir Putin.
La matanza del sábado 7 retropróximo, una sorprendente operación militar que penetró a Israel, provocando centenares de muertos, heridos y daños graves, demuestran el potencial letal de Hamás y expuso las debilidades del Estado de Israel.
Creo que el conflicto de Hamás e Israel por Palestina carece de solución militar; el grupo crece en cada joven que habita hacinado dentro del gueto más grande del mundo: la ocupada Franja de Gaza.