Inagotable, como decía un eslogan del Ministerio de Turismo, la República Dominicana es ese espacio en el que las decisiones oficiales bailan al ritmo de la barbaridad y el absurdo, sobre todo en el área del transporte.
Muchos creímos que nombrar a Rafael Arias como director del Instituto Nacional de Tránsito y Transporte Terrestre (INTRANT) podría ser contraproducente dados sus estrechos vínculos (era el secretario) con la Central Nacional de Organizaciones del Transporte (Conatra).
El tiempo nos ha dado la razón: primero se privatizó una ruta del transporte, la de la Núñez de Cáceres, que pasó a ser operada por un consorcio propiedad de Antonio Marte, el presidente de Conatra; y ahora decide que Uber y Didi tendrán que recoger a sus clientes a un kilómetro de los hoteles en el interior y a 200 metros en Santo Domingo.
¿Se imaginan a un turista o ciudadano arrastrando una maleta un kilómetro completo para tomar un Uber porque no tiene efectivo o es la plataforma con la que se siente seguro? ¿Nos harán caminar del Lina a la Plaza de la Cultura? ¿Es en serio que el ministro David Collado no piensa hacer nada para evitarlo? ¿Por qué no se sientan a negociar con la empresa si quieren que paguen impuestos? No, joder al ciudadano es la apuesta eterna. ¡Gracias!