La República Dominicana carece de un partido o movimiento político de izquierda con fuerza electoral. Estamos a fines de la campaña 2024 y no surgió ninguna organización política que impulse un programa llamado de izquierda con posibilidad de relativo éxito. Por el contrario, la derecha arropa la política dominicana.
Las experiencias latinoamericanas con la izquierda son diversas, pero en distintos países hay partidos y movimientos que han llegado al poder con propuestas autoproclamadas de izquierda, o con figuras identificadas con la izquierda.
En Brasil y Chile, la izquierda llegó al poder amparada por partidos socialistas que crecieron durante la transición democrática: el Partido de los Trabajadores y el Partido Socialista, aunque con Gabriel Boric llegó una nueva camada de izquierda joven.
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En Venezuela, el colapso del sistema partidario clientelista dio paso a un régimen autoproclamado socialista de extracción militar con Hugo Chávez. En Nicaragua, un exrevolucionario sandinista se entroncó en el poder apelando a nociones añejas de la izquierda latinoamericana.
En Bolivia y Ecuador, los movimientos electorales de izquierda con Evo Morales y Rafael Correa recibieron apoyo de los indígenas, históricamente excluidos.
Más recientemente llegó al poder en Colombia el exguerrillero Gustavo Petro prometiendo reformas sociales.
Estos movimientos de diferentes estructuraciones han logrado victorias mediante elecciones competitivas, reivindicando temas de exclusión y desigualdad social, y en los casos de Venezuela y Nicaragua, se han perpetuado en el poder fuera de la competencia electoral.
Cabe preguntar entonces, ¿por qué en la República Dominicana no ha surgido un partido o movimiento que se autoproclame de izquierda con fuerza electoral? Las razones son diversas y no pretendo aquí ser exhaustiva, sino señalar algunos puntos.
1) En los 12 años de Balaguer (1966-1978), la izquierda fue reprimida duramente por el Gobierno y eclipsada electoralmente por el PRD. Además, las organizaciones de izquierda de esa época no tenían objetivos electorales.
2) Después de la transición política de 1978, comenzó a gestarse un tripartidismo que permitió al PLD, con el marxismo aplatanado de Juan Bosch, captar electores descontentos con el PRD entre 1986 y 1990, y balagueristas a partir de 1996 para su derechización.
3) Los pequeños partidos de la izquierda dominicana se han caracterizado por el personalismo, el dogmatismo y la fragmentación.
4) Los grandes partidos del sistema han integrado al sistema clientelar la mayoría de los pequeños partidos que se han autodenominado de izquierda, participando unidos en elecciones en alianza con el PRD, el PLD o ahora el PRM.
5) Para forjar una opción electoral de izquierda se necesita que un amplio segmento de la población lo asuma como proyecto alternativo. En la República Dominicana, entre los pobres, hay muchos haitianos que carecen de derechos políticos, y entre las capas medias hay mucha migración que desmoviliza. Así, el desencanto con los gobiernos dominicanos no se traduce en la emergencia de alternativas de izquierda, sino en éxodo.
Sin duda, la izquierda dominicana impactó el devenir político en las décadas de 1960 y 1970, pero perdió incidencia a partir de la década de 1980. De ahí su inexistencia actual como fuerza política.