El país necesita mayores capitales invertidos en obras reproductivas para crear empleos, sustituir importaciones, exportar productos frescos e industrializados y terminados, crear una industria de la pesca, sembrar peces y crustáceos en las orillas del mar, en ríos, en estanques construidos al efecto, es cierto, pero en verdad que se necesita crear, aceleradamente, una cultura de la inversión para el desarrollo.
Como ignorante siempre hago preguntas incómodas: ¿sabe el país cuánto invierte en la educación privada desde el nido hasta el posgrado? ¿Sabe el país cuánto se invierte en estudios universitarios de jóvenes que se retiran antes de graduarse? ¿Sabe el país cuánto dinero cuesta graduar un profesional que concluye sus estudios y no está capacitado para ejercer ningún trabajo? ¿Sabe el país…?
La multimillonaria inversión que realiza la sociedad dominicana en procura de un título universitario no ha sido cuantificada ni importantizada, de seguro que, cuantificada, asombraría a los planificadores, mientras crece al compás de la creación de nuevas universidades y sus extensiones que, en realidad son universidades desde la inscripción hasta la graduación de sus alumnos.
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El crecimiento del número de escuelas llamadas universidades es escandaloso, a juzgar por los resultados, salvo que se haga exprofeso, para enviar ciudadanos dominicanos, mejor dotados que simples bachilleres al mercado internacional que se ahorra la calificación de su personal subalterno.
La inversión en educación solo es adecuada cuando se trata de las elites cuyo adiestramiento escolar se inicia en escuelas especializadas para niños donde se estudian y analizan sus perfiles para encaminarlos hacia done mejor resultado se pueda obtener de ellos. Esas escuelas son modelos de disciplina de regímenes de estudios, están dotadas de laboratorios y una esmerada educación bilingüe. Asimismo, la educación superior está mejor servida por profesores más capaces, mejor dotados profesionalmente.
El país tiene y produce los recursos precisos y necesarios para su desarrollo pero requiere de un plan nacional de desarrollo integral que, en el caso de la educación, invierta el dinero en las carreras que necesita y demanda el país mediante el control de ingreso a carreras especializadas, que restrinja el acceso para los mejores estudiantes de cada carrera que provengan de la escuela secundaria con las calificaciones que les permitan acceder a los estudios superiores, que no sea solo un asunto de si tiene o no tiene los dineros,. Además, se requiere de una intervención estatal en la educación para que el acceso a la educación superior sea para una elite de estudiantes sobresalientes y que se limite el número de plazas para cada carrera.
El rediseño de la educación superior debería producir un vacío en la inversión