Todo amor es “ideal” y por él se han sacrificado millones de vidas en toda la historia de la humanidad: amor a la patria, la familia, al prójimo, a creencias religiosas, etc., pero desgraciadamente el amor se ha ido degradando tanto que ahora casi nadie se sacrifica por amor o por sus ideales y en la actualidad los sacrificios tienen otras motivaciones: primero el dinero, llamado “el más poderoso de todos los caballeros”, las drogas y otros vicios, celos, rencores, venganzas, luchas territoriales (imitando a los perros callejeros) y el antagonista por excelencia del amor, el odio.
Algunos especialistas han estado culpando a la pandemia de covid-19 por supuestos daños cerebrales “transformadores” de la conducta de muchos seres humanos, pero tengo la certeza de que es un fenómeno universal condicionado por la pérdida o menosprecio de los ideales, imponiéndose lo que ya se ha dicho en el sentido de que el odio es el amor frustrado, por lo que se está haciendo más fácil odiar que amar.