La terminología con la que escriben los lingüistas no ha de provocar aplausos, pues quien produzca algún texto en esta materia, desde luego, que no procurará deleite para el lector, que quizá no sea lector, propiamente dicho. En ese sentido, va el lingüista en desventaja frente a los autores de obras literarias y por igual ante quienes componen escritos humanísticos con estilo libre y donairoso, como ha hecho, por ejemplo, Pedro Mir con sus gustosos ensayos sobre temas históricos.
Será dificultoso localizar al destinatario de un tratado de lingüística entre el público común. No me refiero a iletrados, al señalar el público común, en cuyo seno hay personas con formación universitaria, capaces de vivir emociones con sus lecturas favoritas, ya fuera una crónica periodística, un cuento, un poema o una novela. Pienso que La lengua del fanerón. Un enfoque para el análisis del discurso, del maestro Gerardo Roa Ogando no es un libro para leerse en el parque ni en la fila donde se ejercerá el sufragio.
Los postres y tentempiés pueden degustarse en cualquier posición, con cucharillas plásticas o sostenidos con servilletas, pero los platos fuertes, como carnes y pescados, demandan cubertería también fuerte, preferiblemente de metal. Este libro es para consumirse cómodamente sentado, como se hace con los manjares fuertes.
Está compuesto de cinco ensayos inéditos, los cuales, no obstante llevar títulos que los diferencian entre sí, sostienen un entronque común en lo relativo al análisis del discurso, tarea que el autor ha venido aplicando en su fructífera, aunque todavía joven, carrera como lingüista. El propio maestro Roa ha planteado que el principal aporte de su libro consiste en integrar y actualizar un conjunto de escritos cuya publicación facilitará el acceso a ellos de los interesados en la comprensión de un método crítico para el análisis del discurso.
Desde la primera parte, quedan definidas las líneas generales del enfoque aplicado por el profesor Roa para el análisis del discurso, en el segundo explica lo concerniente al discurso y en el tercero presenta ejemplos prácticos de análisis del discurso, iniciando con la célebre conferencia “La utopía de América”, dictada por el insigne intelectual Pedro Henríquez Ureña en la Universidad de La Plata, Argentina, en 1922.
En los restantes apartados, el autor dirige su objetivo hacia la lingüística estructural, pero reclamando agudizar la mirada para alcanzar una visión que permita la comprensión de las emisiones del pensamiento a través de los universos comunicativos, “cuyo activo fundamental es la lengua, pero no vista como un exclusivo sistema ideal”.
A través de toda la obra, el maestro Roa insiste en la teoría de la cosmolingüística y conduce al convencimiento de que una lengua debe ser entendida como un diasistema, más que como un sistema. En el español, por ejemplo, el diasistema está constituido por el conjunto de dialectos, sociolectos, idiolectos y otras variantes. De acuerdo con esto, en República Dominicana hablamos el dialecto dominicano. Vale anotar que Roa deja bien explicitado que un dialecto “es una variación de una lengua y no una degradación de ella, como se enseñaba en la etapa precientífica”.
Este libro ostenta la categoría de material especializado y me permito decir también que, con esta obra, el profesor Roa busca derribar especulaciones precientíficas en torno a la lengua y el habla. Rebate falsedades difundidas desde hace tiempo, según las cuales hay variación en la calidad de la lengua empleada de un país a otro. Roa ha dejado bien claro que la norma lingüística es un producto de la interacción colectiva. Me parece que será difícil para un individuo imponer su habla particular, pues la posibilidad de entenderse es producto de un intercambio que es imprescindible. Es decir, que las hablas y los lenguajes tienen que ser compartidos. De ahí que, cual lo plantea Roa, una lengua debe ser entendida desde una perspectiva cosmolingüística, como un diasistema, más que como un sistema.
Al respecto, expresa lo siguiente: “El diasistema, o macrosistema del español, entonces, está constituido por el conjunto de dialectos, sociolectos, idiolecto y otras variantes que la integran. Algunos de los dialectos de nuestro idioma son: el dialecto dominicano, el puertorriqueño, el cubano, el mexicano, el venezolano, el colombiano, el de España, etc.”
La cosmolingüística entra en oposición con la tendencia atribuida por el profesor Roa a lingüistas modernos consistente en solo considerar como signo lingüístico el signo verbal. “Lo que interesa a la cosmolingüística, además de las formas, es el estudio del pensamiento que se expresa a través de ellas, entiéndase: los significados, los sentidos, temas, mensajes, etc., vistos en sus contextos presenciales y ciberespeciales”.
Rigor y sistematicidad son las columnas sobre las que se ha edificado este tratado lingüístico. Se trata de un libro desarrollado a partir del conocimiento verdadero que merece el aprecio de docentes y estudiantes del área, pero también de quienes procuran afianzar conceptos en torno a la estructura y función del discurso humano, mediante su análisis.
La lengua y las hablas son patrimonio de quienes las emplean, sobre todo si las han recibido por transmisión familiar, para satisfacer sus necesidades comunicativas. De hecho, es la principal función, la que es común a todos los hablantes, sin importar su nivel de lengua. Sin embargo, unos usuarios se valen de estos recursos para crear obras de arte a partir del uso lúdico de la palabra, las cuales resultan construcciones paradigmáticas, capaces de despertar deleite y emociones en quienes las lean. Obviamente, los autores literarios no se ocupan del estudio profundo del discurso, no obstante ser estos creadores de discurso.
Otros usuarios de la lengua cosechan las investigaciones que realizan los lingüistas y por igual las creaciones de los autores literarios y las aplican en la formación de niños y jóvenes a quienes orientan hacia el conocimiento de la lengua a partir de paradigmas trazados por los anteriores. El estudio a fondo de la lengua y de las hablas es tarea del lingüista, quien examina el problema lingüístico al margen de emociones, “con los lentes epistémicos” y con la sobriedad con que se cubren los actores de las Ciencias Naturales y el sentido ético que amerita la exploración de las ciencias médicas y el manejo del material de estudio, que suele ser el cuerpo humano.
Como evidencian este y otros textos, Roa ha estudiado y estudia a profundidad todo lo concerniente a la lengua y a las hablas con agudeza y entrega, además de una visión amplia, que él llama transteórica o heteróclita, todo lo cual le ha permitido elaborar un libro -este- digno de respeto y justa valoración. El examen detenido de esta obra permite entender la persistencia del autor en el concepto de cosmolingüística, la cual no se circunscribe a las emisiones verbales, sino a cualquier proceso y producto comunicativo del lenguaje que emplee otras formas de transmisión de pensamientos.
La comunidad intelectual, aquí y en cualquier parte del mundo, debe colocar este libro en el sitial que le corresponde en función de su calidad, la pertinencia de su contenido y la sobriedad de la investigación. Enhorabuena.