La lucha por la libertad: Cimarronaje, manieles y palenques, siglos XVI – XIX

La lucha por la libertad: Cimarronaje, manieles y palenques, siglos XVI – XIX

La lucha por la libertad: Cimarronaje, manieles y palenques, siglos XVI – XIX

Por: Amaury Pérez Vargas
El Diccionario de la Real Academia Española (RAE) nos indica que el término cimarrón define a “un esclavo que se refugiaba en los montes buscando la libertad”.

En su libro Los guerrilleros negros, el Dr. Carlos Esteban Deive nos explica que “el vocablo cimarrón se aplicó indistintamente en toda la América Colonial para designar al esclavo indio o negro que, individual o colectivamente, se rebeló contra el estado de servidumbre y opresión a que fue sometido por su amo”.

Al respecto, se puede decir que la resistencia a la esclavitud en la sociedad colonial dominicana se inició en el mismo momento en que se instaló la institución esclavista. A pesar de que los esclavos no dejaron muchos testimonios, es en su accionar que podemos visualizar mejor la forma en la que estos vivieron (o mejor aún, se opusieron a) la esclavitud.

Los historiadores y científicos sociales que se han adentrado en estudiar el fenómeno del cimarronaje suelen diferenciar dos tipos específicos de resistencias. En primer lugar, tenemos las resistencias denominadas “pasivas”, en las que encontramos actos individuales llevados a cabo por los esclavos, tales como los abortos, lentitud o mala realización de los trabajos e incluso los suicidios por envenenamiento.

En segundo lugar, tenemos las resistencias “activas” que abarcan formas colectivas de lucha como las fugas y las rebeliones, entre otras. Vale destacar que este último tipo de resistencia ha sido la más valorada en los trabajos historiográficos, pues la rebelión, como nos dice el Dr. Esteban Deive, fue el recurso “más dramático de todos, mediante el cual el esclavo expresó su categórico rechazo al orden social”.

Ciertamente, todas las formas de resistencia sirvieron para mostrar animadversión a la institución esclavista, por lo que contribuyeron a fragmentar el marco ideológico en que esta se sustentaba, razón por la que no se debe subestimar ninguno de los dos tipos en los estudios históricos, pues ambos formaron parte del camino hacia la libertad. No obstante, de las numerosas formas de resistencia se debe destacar aquella en la que “el esclavo se convirtió en un marginado que, para evitar su captura, se vio obligado a vivir en áreas alejadas del control colonial”.

En efecto, si bien los palenques y manieles construidos por esclavos convertidos en fugitivos no representaron un peligro para el orden colonial, su sola existencia constituyó una ardiente llama de resistencia, pues esos espacios fueron aprovechados para mantener viva la cultura propia de los esclavos, la cual se expresaba en el seno familiar a través de la religión, la comida, la música, el baile, etc.

En este contexto, los esclavos pudieron escapar a la disciplina esclavista que el amo buscó imponer en el marco de la sociedad colonial. En ese orden, se puede decir que los manieles y palenques permitieron a los esclavos reforzar su identidad, desarrollando sus capacidades y autonomía como actores sociales, logrando subsistir a la “muerte social” que le asignaba la esclavitud, siguiendo la terminología de Orlando Patterson. En tal sentido, se pueden comprender mejor los planteamientos del Dr. Deive al señalarnos que “a lo largo de tres siglos, muchos de los miles de esclavos traídos de La Española prefirieron… la vida agreste, montaraz y llena de vicisitudes de las montañas a las cadenas alegadamente suaves de la servidumbre”.

Prof. Amaury Pérez, Ph.D. Sociólogo e historiador UASD/PUCMM

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