Los Ángeles. La escritora Cecilia Velástegui, finalista de los premios Foreword Indies con una novela histórica en inglés sobre la extraordinaria vida de la liliputiense mexicana Lucía Zárate (1864-1890), dice a Efe que el tema central del libro es cómo tratamos a los que son diferentes a nosotros.
“Nosotros como humanos consideramos a otros como monstruos, porque son pequeños, porque son muy altos, por ser muy lo que sea”, indicó Velástegui, de origen ecuatoriano, en una entrevista con Efe en su casa del sur de California.
Considerada la mujer “más pequeña que ha vivido jamás”, con un máximo de 20 pulgadas de estatura (50,8 centímetros) y 14 libras (6,3 kilos) de peso, debido a que nació con enanismo primordial ostidisplástico microcefálico Tipo II (Majewski Osteodysplastic), Zárate llegó a ser una celebridad en su época.
Conoció personalmente al presidente de Estados Unidos Rutherford Hayes y a la reina Victoria de Inglaterra, pero hasta ahora no se había escrito un libro sobre esta liliputiense nacida en Veracruz y fallecida en Sierra Nevada, California.
“Lucía Zárate- The Odyssey of the World’s Smallest Woman” (2017), publicada por Libros Publishing, ya fue galardonada en los premios literarios Latino y ahora es finalista en la categoría multicultural en los galardones Foreward Indies.
Los ganadores de estos premios dedicados a los libros publicados por editoriales universitarias e independientes se conocerán el 15 de junio de 2018 Además de esta novela, cuya versión en español será publicada en 2019, Velástegui, escritora y psicóloga nacida en Quito y criada entre California y Francia, es autora de “Missing in Machu Picchu”, “Traces of Bliss” y “Gathering the Indigo Maidens”, entre otras obras.
Velástegui cuenta que comenzó a indagar sobre “mujeres pequeñitas” después de haber visto hace seis años en un castillo en Francia un antiguo retrato de una mujer diminuta “con el rostro cubierto de pelo” y el nombre de Antonietta González, originaria de las islas Canarias (España).
De regreso a California con la ayuda de Tina Trang, bióloga de la Universidad de California en Irvine, buscó en archivos en internet y encontró que “pequeñitas de proporciones normales” sirvieron de atracción en espectáculos “que incluían personas con deformidades».
Así llegó a Lucía Zárate, cuya primera presentación pública fue en la celebración del centenario de la ciudad estadounidense de Filadelfia en 1876 y después participó en espectáculos circenses.
Según Velástegui, otras “diminutas” de circo famosas fueron la mexicana Juliana Pastrana (1834-1860) y la italiana Carolina Cachrami (1815-1824), a la que presentaban al público “con alitas». ”!Qué feo que a uno lo traten como un animal de zoológico!”, comenta la escritora.
Para escribir el libro, Velástegui se zambulló en hemerotecas virtuales hasta encontrar «540 artículos de prensa” de Estados Unidos, Inglaterra y Escocia que incluían menciones a Zárate, cuya partida de nacimernto encontró en la base de datos de genealogía de la Iglesia de los Santos de los Últimos Días.
En su aventura por Estados Unidos a Lucía la acompañó una amiga de Veracruz que hablaba inglés,“probablemente hija de un comerciante de vainilla».
“Lucía Zárate, definitivamente, es igual que los inmigrantes de hoy, que vienen de otros países con bastante esperanza, con sueños. Ella también tenía sus sueños y llegó a ser una estrella”, afirma la escritora.
Para su investigación, Velástegui leyó “Chiquita”, la novela del cubano Antonio Orlando Rodríguez sobre Espiridiona Cenda, una cubana de 26 pulgadas (66 cm) de estatura, que llegó a la Nueva York de fines del siglo XIX con el deseo de triunfar como bailarina y cantante.
“Chiquita” era más alta que Lucía Zárate, a la que el libro Guinness de los récord registró como la “persona adulta más pequeña del mundo” y que en el circo era presentada como la “hermana de las hadas».
En 1880 fue contratada por el dueño del circo Barnum para actuar junto a Francis Joseph Flynn, “General Mite”, un caballero que padecía el mismo tipo de enanismo que ella y con el que representaba escenas de la vida cotidiana en las que irrumpía Chang Woo-Gow, un chino de 2,35 metros de altura, según fuentes de la época.
Lucía Zárate falleció de hipotermia cuando el tren que transportaba su circo se quedó atrapado en la nieve en las montañas de la Sierra Nevada de California el 28 de enero de 1890.