José Chez Checo y yo, somos dos chinos-dominicanos que tenemos en común, además de la ascendencia china, la pasión por la investigación histórica. Como hijos de migrantes que somos, creímos que era un deber nuestro recoger la historia de nuestros ancestros, agradecerles su valentía haciendo visibles sus proezas.
Así pues, la historia de la migración china a la República Dominicana forma parte de un largo y viejo sueño acariciado desde los años 90 por mi colega y amigo, José Chez Checo, y yo. Empezamos como una actividad colateral a nuestras múltiples ocupaciones.
Nuestros primeros esfuerzos de sistematización sobre el tema fueron presentados en dos conferencias que pronunciamos en la Biblioteca Nacional a finales de 1998, ensayos, que, dicho sea de paso, han sido citados permanentemente a través de los años.
Dificultades y prioridades dificultaron que culmináramos nuestras investigaciones.
Desde que empezamos a pensar en el tema, siempre concebimos la investigación como un proceso histórico que tenía dos grandes partes.
El “plimo” José Chez Checo se ocuparía de los años comprendidos entre 1862, momento en que llegaron los primeros chinos procedentes de Cuba a la parte este de la isla, entonces colonia española por la Anexión a España, y 1961, cuando ajusticiaron a Trujillo.
Por mi parte, me ocuparía de 1961 hasta 2000. Con el paso del tiempo, decidimos ampliarlo hasta el año 2018, pues se había producido un hito importante: el establecimiento de las relaciones diplomáticas con la República Popular China.
En septiembre de 2021 José Chez Checo, puso a circular su libro, publicado por la Academia Dominicana de la Historia.
Se titulaba: “La migración china en República Dominicana 1862-1961”. En su obra Chez, basándose en una importante base documental hasta el momento desconocida, nos da cuente, que los primeros chinos llegaron, como se dijo anteriormente, en 1862.
Venían en calidad de presos y eran enviados a la parte este de la Hispaniola o a Puerto Rico, pues las cáceles cubanas no daban abasto.
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Ganada la Guerra de Restauración, la presencia china fue muy escasa, como ocurrió en todo el resto del siglo XIX, donde no hubo olas migratorias, sino chinos dispersos que provenían mayoritariamente de Cuba y muy pocos de la China continental, como lo afirma el autor en su libro, citando el periódico La Opinión:
“De 1861 a 1863 fueron deportados de Cuba, por ser considerados indeseables por los españoles, una cantidad de chinos que fueron desembarcados en Samaná.
“Más o menos siete de estos se fugaron y resolvieron separarse, y establecerse en lugares despoblados o donde no estuvieran en peligro de ser deportados nuevamente. Uno, José Victorio fundó el pueblo de Castillo. Allá una calle luce ufana el nombre de su fundador, hijo del Celeste Imperio y hombre que ha trazado ya surco en América. Otro Añil, tuvo un hijo que llegó a ocupar una curul en la Cámara de Diputados. (…)”
Destaca el historiador José Chez, que a pesar de la imagen negativa que se había en la sociedad, algunos de los descendientes de chinos lograron destacarse.
Ese fue el caso de las dos grandes educadoras dominicanas nacidas en San Francisco de Macorís, Mercedes y Antera Mora, cuyo padre fue un chino migrante que había venido al país a mediados del siglo XIX.
La misma Mercedes relata en su Autobiografía que era hija de Ramón de La Mota y Teodora Hidalgo, de su padre decía que provenía de un “país lejano”, que había sido víctima de un rapto por buques piratas y sin saberlo habían llegado a parar a las playas americanas sin saberlo. Del nombre de su padre no se sabe, unos dicen que fue Francisco Sam.
No se sabe a ciencia cierta cuántos chinos llegaron en el siglo XIX, lo que sí se puede afirmar es que hicieron familias con dominicanas. Chez da cuenta de varios bautizos católicos con descendientes de chinos migrantes.
También se sabe que la mayoría se dedicó a los pequeños negocios, como las lavanderías, como fue el caso de Elías Sanz propietario en 1886 del “Gran tren de lavado”, en el que se lavaban y planchaban camisas, pantalones y todo tipo de prendas.
Esta realidad cambió en el siglo XX. Un tema importante que aborda Chez es la Ley de Inmigración de 1912 mediante la cual el gobierno buscaba regularizar el flujo de migrantes.
En esa legislación se exigía, entre otras cosas, que los inmigrantes debían pasar un la Ley de Inmigración de 1912 que entre cosas, exigía que el inmigrante pasara un examen sanitario.
También da cuenta el colega historiador sobre los datos arrojados por el censo de 1920, que arrojaba que hasta esa fecha había llegado cerca de 132 chinos.
Durante esos años, a partir de finales de los años 30, se produjo la gran ola migratoria de chinos, quienes salían de sus tierras por las penurias provocadas por la segunda guerra sino-japonesa. Termina su obra en el final de la dictadura trujillista, con el ajusticiamiento de Trujillo en 1961.
Cuatro hechos importantes hay que destacar durante los 31 años que duró el régimen del dictador:
- La migración china fue sistemática, produciendo importantes olas migratorias a finales de los años 30 y principios de los 40 del siglo pasado.
- Se inició la inserción de los chinos en el pequeño comercio: restaurantes y colmados. Siendo uno de los más destacados el Restaurante Mario, cuyo propietario era Mario Chez.
3. Y, lo más importante, el inicio de las relaciones con la nueva república china conocida como República de China, asentada en la isla de Formosa, conocida como Taiwán. Chez da cuenta de que el comercio entre ambas naciones era fluido y beneficioso para ambas partes. A principios de los 40 vino la primera misión diplomática. Todo este proceso de acercamiento culminó con el establecimiento de las relaciones diplomáticas entre ambos países en 1944.
4. Asumiendo su papel anticomunista, Trujillo aceptó exiliados chinos. Por ejemplo, en 1950 fueron aceptados unos 200 refugiados procedentes de Shanghái.
Este espacio en el que se permiten apenas mil palabras para describir un libro tan amplio y bien documentado. Mi libro completa esta historia. Inicia donde termina el de Chez y finaliza en el año 2018. Sobre mi libro trataré en la próxima entrega.
Con estas investigaciones Chez y yo hacemos realidad un viejo sueño y saldamos deudas con nuestros padres que desde el cielo saludan con alegría que los trajimos desde el olvido.