Una maqueta representa el aterrizaje del módulo Philae sobre el cometa 67P/ Churyumov-Gerasimenko durante una presentación a la prensa en el centro de control de satélites de la Agencia Espacial Europea (ESA) en Darmstadt (Alemania). EFE/Archivo
París. La misión espacial Rosetta, que estudia el origen y la evolución de los cuerpos primitivos del Sistema Solar, alcanzó hoy un nuevo hito después de que el cometa seguido por esa sonda europea desde hace más de un año pasara por el punto de su órbita más cercano al Sol.
Cuando la misión se colocó en órbita en torno al cometa 67P el 6 de agosto del año pasado, este se hallaba a 540 millones de kilómetros del Sol, distancia que ha ido reduciéndose hasta los 186 millones de esta madrugada, a las 02-03 GMT.
Es una fecha ante todo simbólica, porque desde un punto de vista científico el cometa registrará su máxima actividad en las próximas semanas, pero presenciarlo permitirá observar en primera fila las emisiones de polvo y de gas que va a desprender en esta fase.
La Agencia Espacial Europea (ESA) recuerda que los cometas son “cápsulas del tiempo” que todavía contienen materiales de la época en la que se formaron el Sol y los planetas, por lo que estudiar esas emanaciones y su estructura dentro de este proyecto podría ser clave para descifrar la evolución del Sistema Solar.
“Buscamos rehacer su historia, saber cuál fue la composición de las nubes de gas y polvo en el momento en que nacieron el Sol y los planetas”, explicó hoy a Efe Philippe Gaudon, jefe de la misión Rosetta en el Centro Nacional de Estudios Espaciales (CNES) francés.
Los cometas, pequeños cuerpos helados que proceden de las regiones externas del Sistema Solar, cambian drásticamente al acercarse al Sol, cuando, por el alza de las temperaturas, los hielos se calientan, se evaporan y arrastran consigo los granos de polvo.
Esa actividad implica también un momento crítico, puesto que la liberación de ese material podría dañar los instrumentos de observación, o hacer que la sonda pierda su capacidad de orientación en el espacio.
Ya el pasado julio, se percibió que los rastreadores de estrellas que la misión emplea en la navegación tenían dificultades para identificar los astros entre la gran cantidad de material expulsado, y se decidió situar la nave a distancias más seguras del núcleo.
Esa es la razón que obliga a que Rosetta pueda tener que volver a alejarse, según Gaudon, quien avanzó que se podrán conocer los primeros resultados científicos de esta etapa del perihelio “entre seis meses y un año». El experto sí dejó claro que, hasta el momento, la misión Rosetta ha sido “muy satisfactoria». Rosetta ha sido la primera sonda de la historia en reunirse con un cometa, en acompañarlo en su órbita alrededor del Sol y en posar un módulo sobre su superficie.
La sonda comenzó su viaje el 2 de marzo de 2004, siguiendo una compleja trayectoria que incluía tres aproximaciones a la Tierra y una a Marte.
Tras un viaje de 6.400 millones de kilómetros a través del Sistema Solar, llegó al cometa en agosto de 2014, y durante un año se ha dedicado a analizar su interior, su superficie y el polvo, el gas y el plasma que lo rodean.
La Asociación Estadounidense para el Avance de las Ciencias (AAAS) publicó el pasado 30 de julio que algunas de las materias halladas en el polvo cometario se consideran precursoras de la vida, pues intervienen en la formación de aminoácidos esenciales o de bases nucleicas.
La ESA prevé ahora seguir observando cómo cambia su núcleo, su actividad y el plasma a su alrededor, y aunque según Gaudon la agencia contempla ya otras misiones similares en el futuro, todavía no hay una decisión firme al respecto, motivo por el que esta sigue siendo “tan importante y única».