Muchos hombres andan atemorizados porque su poder hegemónico en las relaciones con las mujeres está siendo cuestionado por la violencia física, los privilegios laborales, el predominio político y el ausentismo en labores domésticas.
Para cuestionar el poder omnipotente de los hombres, las mujeres han tenido que estudiar y generar ingresos. Eso ha traído mayor libertad, posición desde la cual es posible comenzar a generar cambios en relaciones de subordinación ancestrales.
Los hombres han dado algunos pasos positivos para ajustarse a los nuevos tiempos, compartiendo algunas tareas en el hogar y posiciones en el espacio público, pero los cambios van lentos y constantemente se boicotean con acciones y discursos retrógrados.
En su resistencia, las fuerzas conservadoras (laicas y religiosas) producen argumentos y estrategias para culpabilizar a las mujeres de diversos males, entre ellos, la desintegración familiar, la delincuencia juvenil y la drogadicción.
El argumento contra las mujeres es en esencia el siguiente: al salir a estudiar y trabajar, las mujeres han abandonado el cuidado familiar, y eso ha llevado a un incremento en el porcentaje de divorcios y menor atención a los hijos.
Este argumento es problemático por dos razones: es injusto y es falso.
Primero, que los hombres no se embaracen llevó a la creencia de que el cuidado familiar es responsabilidad prácticamente exclusiva de las mujeres. Así se limitó severamente el acceso de las mujeres a los espacios fuera del doméstico. ¿Es justo?
Si lo es, volvamos al pasado cuando las mujeres no asistían a las escuelas ni a las universidades, no votaban ni eran candidatas. Si no lo es, hay que encontrar formas de compartir las tareas domésticas y no domésticas en armonía.
Segundo, las mujeres, no los hombres, han sido el sostén de la familia históricamente, y lo siguen siendo, independientemente de lo que se diga en su contra.
Por ejemplo, en el pasado (más que ahora), las mujeres aguantaron que los maridos tuvieran parejas y familias paralelas. Se quedaban en relaciones insatisfactorias “por la familia”, y porque no tenían medios económicos. En la actualidad, todavía las mujeres son las que casi siempre crían los hijos cuando los maridos se van, sea por abandono o divorcio convenido.
Y no solo los crían, la inmensa mayoría de las mujeres también trabaja para mantenerlos. De hecho, casi todos los hogares monoparentales están encabezados por mujeres, no por hombres; ergo, las mujeres son las que sostienen la familia cuando los hombres se van, y evaden incluso, cuando pueden, el pago de manutención de los hijos.
El ausentismo paternal (o paternidad irresponsable) es un serio problema social que las mujeres compensan haciendo todo el trabajo familiar y generando ingresos.
Las mujeres no son culpables de la conducta anti familiar de muchos hombres en este país y en el mundo.
¡Cierto!, en décadas recientes, las mujeres se han liberado un poco del yugo patriarcal, ¡qué bueno!, pero falta mucho. Ojalá prospere la igualdad de género en todos los planos sin tantos obstáculos.
Históricamente, las mujeres han sido el sostén de la familia
Todavía hoy casi siempre crían a los hijos cuando se van los maridos
Y la inmensa mayoría también trabaja para mantenerlos