La nueva etapa de los apagones

La nueva etapa de los apagones

Fabio R. Herrera-Miniño

Los recurrentes apagones en el sistema energético integrado es algo normal en la vida dominicana desde aquella vez cuando en la dictadura de Trujillo se estaba en proceso de adquisición de la empresa la Compañía Eléctrica de Santo Domingo.

Aquella vez en la emisora oficial se tenía un eslogan de lo que no sirve se bota cuando ocurría algún apagón en un sistema apenas interconectado que las líneas de alta tensión no llegaban más allá de Baní y las plantas térmicas y de fuel oil se encontraban a las orillas del río Ozama. O algunos centrales azucareros de gran capacidad en el Este suministraban energía a las poblaciones aledañas como era el caso de San Pedro de Macorís.

Con el paso de los años y el país progresaba, más energía era requerida por las empresas y viviendas ávidas de energía para servir a clientes que, con recursos no muy abundantes, demandaban cada vez más servicios y nuevos productos hasta que en el 2020 llegar a colocar más de 3,000 megavatios en línea sin poder abastecer por la creciente demanda.

Estamos frente a una situación que las autoridades de turno solo acuden al estribillo de achacarle las culpas y errores a las anteriores autoridades y no se cansan de repetir los megavatios que vienen y que muy pronto estarán en línea. No admiten la realidad de que instalar una planta requiere como mínimo un largo proceso de diseño, licitaciones, fabricaciones e instalaciones. Es un largo proceso que con tan solo decir que se tienen ya los megavatios previstos como los de Falcondo o de la Barrick que de por sí conllevan un trabajo de enlace y puesta a punto que no es tan solo decirlo en los medios.

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Y el apagón general del viernes pasado afectó al país dejando en funcionamiento a las cientos de plantas de emergencia luego de varios meses en descanso y volvieron a retumbar en horas de la noche mientras la oscuridad arropaba calles y plazas con las torres iluminadas ahuyentaban la oscuridad. Esas plantas salvaron al país del apagón general y esos cientos de plantas de emergencia funcionaron por muchas horas en las plazas, clínicas, torres, universidades, de manera que el servicio continuaba mientras cientos de familias veían como se les agotaba la carga de sus inversores.

Bernardo Castellanos, que es un acucioso crítico y conocedor del problema energético, no se deja engañar por los cantos de sirena de las autoridades. Ya quisieran que este señor se callara pero él es una defensa de la ciudadanía que no tiene voz y no se le oye protestar en las calles. Castellanos en sus informes cotidianos es muy acucioso y puntual, plantea una realidad que todavía las flamantes autoridades energéticas no pueden ocultar. Las fallas le salen al frente y por todo lado, de manera que su defensa es el ataque a quienes los critican y así pretenden ocultar sus incapacidades.

Lo positivo de los apagones es señal de que el país, pese a los políticos y a la escasa capacidad de sus técnicos, progresa. Y eso es una señal de que si el país estuviera en manos de políticos y técnicos capacitados los apagones fueran ocasionales por descuido y averías impredecibles siendo las sobrecargas cosa normales y ocasionales.

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