La otra lectura. “Las heridas invisibles”

La otra lectura. “Las heridas invisibles”

Pedro René Almonte Mejía. Instagram y twitter: @pralmonte

Ya “todo” pasó, los muros cayeron, el gas se esparció por cada rincón, el fuego hizo cenizas lo que encontró a su paso, las pérdidas materiales todavía se están contabilizando, los peritos de las aseguradoras siguen y no terminan de analizar el siniestro. Entre culpables se culpan entre sí, que si el dinero perdido, que si mi honor o el tuyo quedará en cuestionamiento ante la sociedad que nos hizo ricos. Todo va ocurriendo, mientras el tiempo nos va dejando lecciones para aprender como nación.
Lecciones que se repiten tragedia tras tragedia, pero de las que no aprendemos, y seguimos con las mismas faltas, con los mismos defectos. Entre que se culpan una y otra empresa, dejan al desnudo sus falencias y entre culpa y culpa, son culpables los dos. El descuido y la falta de seguridad en el trabajo, así como la falta de control y supervisión de los mecanismos estatales de gestión de riesgos, fueron el detonante que finalmente explotó. La única verdad que puedo certificar, es que esta tragedia sucedida en el sector de Villas Agrícolas, se pudo haber evitado; por el contrario todo falló y lo que podía suceder… sucedió. Digo que es la única verdad porque hasta con las víctimas mortales y heridos se ha especulado. Las cifras oficiales dicen que murieron 8 personas y hay 103 heridos; la señora que me brindó café cuando me acerqué al lugar junto a unos compañeros, para preocuparme por la situación, afirmó que su hijo no aparece ni en los centros espiritistas. Otro señor del barrio se me acercó y me dijo: “ahí hay pila de muertos”. A lo que me respondí a mí mismo, diciendo: “Esto es parte del folklore dominicano”. Por mi parte, sigo creyendo en los partes oficiales, puesto que es lo único que se puede comprobar, aquí en nuestra «selva encementada» donde se me acaba de ir “la luz” y el inversor se descargó.
Los muros caídos , la pintura que se quemó , las vidas perdidas , los heridos que quedarán discapacitados , los heridos que se podrán recuperar e incorporarse al mercado laboral , las viviendas que habrá que reparar , las escuelas que se deberán reformar; todo eso se ve , pero… ¿ quién cura las heridas invisibles? Nadie podrá devolverle a ese niño, su padre muerto en el siniestro; nadie podrá llevar a casa al hijo que perdió esa señora; nadie podrá devolverle a la joven del liceo su hermano. Pero sí podemos curar el pánico que sienten los niños de las escuelas dañadas; sí podemos sanar las mentes impactadas psicológicamente por esta tragedia. Y lo más importante, sí podemos aprender como sociedad, de todo lo ocurrido, para que no se vuelva a repetir un accidente de tal magnitud, que claramente se pudo evitar. Las cosas que pueden ocurrir, ocurren…

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