La palabra de Dios tiene poder

La palabra de Dios tiene poder

Pastora Montserrat Bogaert

Así será mi palabra que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero y será prosperada en aquello para lo cual la envié. Isaías 55: 11

La Palabra de Dios tiene un poder tan grande que no podemos permitir que sigamos sin conocerla. Por eso, es necesario que apartemos un tiempo todos los días para el estudio de la misma.

Muchas veces no sabemos hacer frente a las situaciones que se nos presentan por desconocer el poder que ella tiene. “Es como martillo que despedaza la roca”, dice el Señor. Por eso, Jesús venció al enemigo con la Palabra, demostrando el conocimiento que tenía de la misma. Pero sobre todo, no podemos leerla como una historia más, sino pidiéndole que nos dé revelación para el entendimiento de la misma, y que nuestros ojos espirituales sean abiertos, para conocer los misterios que aún no han sido revelados y están escondidos.

Requiere solamente disponernos y hacer un hábito, para que podamos leerla sin interrupciones. Deleitémonos, a la vez que empezamos a descubrir el poder que tiene sobre todas las cosas, y cuan efectiva es, cuando lo hacemos con la convicción de que se trata de la palabra de Dios, para ser usada en todo lo que necesitemos.

Lea a continuación: El Espíritu Santo que habita en nosotros

Y no entristezcáis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención. Efesios 4: 30

Cuando llegamos a los pies de Cristo nuestra vida tiene que cambiar. No podemos seguir siendo los mismos; cambios rotundos tienen que venir y nosotros estar dispuestos para que esto suceda. Tomemos conciencia de que en nosotros habita el Espíritu Santo, al cual tenemos que dar la mejor hospitalidad, para que no se contriste. No sigamos indiferentes a Su presencia sin apreciar el hecho de que está con nosotros.

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Seamos beneficiados por este cambio, ya que en un vino viejo es imposible Su manifestación, por estar llenos de estructuras y paradigmas que gobiernan nuestra mente y no le dan libertad para moverse.

Solamente los del vino nuevo dejan que Él se manifieste sin ponerle reglas ni condiciones. Por eso, si estamos razonando o cuestionando lo que estamos viendo u oyendo, necesitamos cambiar ¡Ya!, para dejar que Él se mueva y dar testimonio de que la transformación ha sido real.