Parte 2 de 2
El impacto de Baudelaire en el arte radica en su enfoque poético, su visión de la belleza moderna, su valoración de lo efímero y lo transitorio, su defensa del arte de la modernidad y su énfasis en la subjetividad y la experiencia personal. En “Flores del mal» el poeta aborda la noción de la fugacidad y la mortalidad. Reconoce la inevitabilidad de la muerte y la brevedad de la vida, lo que añade un sentido de urgencia y melancolía a su poesía. Esta conciencia de la mortalidad insta a apreciar la belleza efímera y a buscar significado en un mundo que parece estar condenado a la destrucción. Sus poemas nos desafían a enfrentar la oscuridad y la complejidad de nuestras propias vidas, pero sobre todo a cuestionar las convenciones morales, a explorar nuestros deseos más oscuros y a encontrar belleza en lo grotesco.
Baudelaire explora temas como la decadencia, la angustia, la pobreza, alienación en todas sus variantes, el sufrimiento, el amor, la fugacidad de la vida, la muerte, y el deseo prohibido. Asegura que la belleza no siempre es perfecta, sino que puede estar marcada por la imperfección y la melancolía. El poeta nos sumerge en las profundidades de la experiencia del ser dejando al desnudo la naturaleza contradictoria y abismal de la condición humana. Su poesía revela la soledad y el tedio de la vida moderna, la enajenación del individuo en la sociedad industrializada y la insatisfacción crónica del deseo humano. Sus poemas revelan una visión poética única y desafiante que abarca tanto la belleza idealizada como la belleza infernal. Se caracterizó por desafiar las convenciones morales y religiosas de su tiempo abordando temas tabúes, la sexualidad, el vicio y la transgresión, pero la magia de su verbo es capaz de desentrañar la belleza oculta aún en lo grotesco y lo macabro. Al presentarse desde lo prohibido y perverso nos invita a confrontar nuestras propias inhibiciones y prejuicios. Lo logra al utilizar imágenes y metáforas impactantes para transmitir sus ideas. A través de estas imágenes, Baudelaire muestra cómo el mundo externo refleja nuestras propias luchas internas y cómo la belleza puede encontrarse en los rincones más inesperados.
Walter Benjamín (1938) dirige una carta a Max Horkheimer (ambos filósofos alemanes, pensadores críticos de la Escuela de Frankfort) en la que manifiesta la singular importancia de Baudelaire en “haber sido el primero que, con mayor firmeza, objetivizó la fuerza productiva del ser humano alienado en el doble sentido de la palabra”, además, se refiere a “Flores del mal” como testimonio de la existencia desnaturalizada de las masas de las grandes ciudades, la nueva productividad del ser humano, liberada con la renuncia a la naturaleza, de la que da un testimonio, no desdeñable, de la lírica de gran ciudad y la teoría de la modernidad. En otros escritos, esta vez autobiográficos, Benjamín opina sobre “Spleen” [Tedio] versos en prosa de Baudelaire y sobre ello menciona el hecho de que el poeta eligió un nombre extranjero:
“[…] definió Baudelaire cuál es la parte de la eternidad y cuál la del tiempo en esos reinos extremos del espíritu. Más, ¿no esconde ese título igualmente el doble sentido simultáneo del arquetipo y de la intención, imbricados de forma misteriosa? ¿No quiere esto decir que el melancólico es quien tiene a la vista definitivamente la ideal, y que precisamente en las imágenes procedentes de la melancolía lo espiritualizador emite un brillo de una claridad insuperable? (Benjamín, 1921-1922, fr.109 [versión 2017., p.177]).”
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Chales Baudelaire fue un gran estudioso de la belleza y de la experiencia que genera en el ser humano. Toda su obra refleja su profundo interés por la belleza y su poder de transformación. Escribió extensamente sobre la estética y su impacto en el ser humano. Consideraba que la estética juega un papel fundamental en la vida humana y tiene la capacidad de influir en nuestras emociones, pensamientos y comportamientos. Acá les presento algunas ideas claves sobre el impacto de la estética según el poeta: creía firmemente que la belleza y el arte podían proporcionar un placer estético profundo. Para él, el arte no solo debía ser agradable visualmente, sino que también debía evocar una respuesta emocional y espiritual en el espectador. El placer estético podía llevarnos a un estado de éxtasis o arrebato, permitiéndonos escapar de las preocupaciones mundanas y conectarnos con algo más elevado.
El poeta y crítico francés le daba gran importancia a lo nuevo y lo inusual: Baudelaire valoraba la originalidad y la novedad en el arte. Afirmaba que la belleza verdadera residía en la capacidad de sorprender y desafiar las convenciones establecidas. La estética, según entendía, tenía el poder de romper con la monotonía de la vida cotidiana y abrirnos a nuevas experiencias y perspectivas. Creía firmemente en la influencia que esta ejercía sobre la moralidad y el comportamiento. Sostenía que el arte tenía la capacidad de despertar nuestros sentidos y emociones, y que podía influir en nuestra forma de ver el mundo y en nuestras acciones. El arte, según Baudelaire, podía provocar tanto emociones nobles como deleitarnos en los vicios más oscuros de la humanidad; consideraba que el arte y la estética eran un reflejo de la sociedad y de la condición humana en su tiempo. Percibía al artista como un observador agudo de la realidad, capaz de capturar y transmitir las complejidades de la experiencia humana.
Consideraba que el arte y la belleza eran fundamentales para nuestra experiencia humana y nos permitían conectarnos con aspectos más profundos de nosotros mismos y del mundo que nos rodea.
Para Baudelaire la experiencia estética es un encuentro con lo bello que tiene el potencial de elevar el espíritu humano y transportarlo a un estado de éxtasis. Según él, la belleza es un elemento esencial en la vida y tiene la capacidad de proporcionar placer y alegría. Sin embargo, Baudelaire también reconocía que la belleza no siempre era fácil de encontrar y que a menudo se encontraba rodeada de elementos oscuros y decadentes. Tal como hemos mencionado, una de las principales ideas de Baudelaire sobre la experiencia estética es su concepto de la correspondencia entre lo externo y lo interno. Para él, la belleza no se limita a la apariencia superficial de las cosas, sino que también revela aspectos más profundos y ocultos de la realidad y del individuo. A través de la contemplación de lo bello, se puede acceder a una dimensión más elevada de la existencia, una especie de conexión con el infinito y lo divino.
No idealizaba la belleza ni la experiencia estética. Reconocía que también existían aspectos oscuros y perturbadores en la vida y que estos podían coexistir con la belleza. Reconoció tanto la belleza idealizada y sublime como la belleza en los aspectos más oscuros y decadentes de la vida. Creía que la belleza no solo se encontraba en lo agradable y lo armonioso, sino también en lo grotesco, lo desviado y lo pecaminoso. Aseveraba que la belleza y el mal a menudo están interconectados y son inseparables. Creía que el arte debía ser provocador y desafiar las convenciones establecidas, sacudiendo al espectador y despertando en él una respuesta visceral.
Definitivamente, Baudelaire consideraba que el arte verdadero debía ser capaz de evocar una gama amplia de emociones, incluso las más oscuras y perturbadoras. Sostenía, además que la experiencia estética estaba intrínsecamente ligada a la experiencia de la vida moderna. Vivió en una época de rápida industrialización y transformación social, y creía que el arte debía reflejar y capturar la esencia de la vida urbana contemporánea. Veía la ciudad como un escenario vibrante y caótico lleno de experiencias sensoriales intensas y contrastantes, y consideraba que el artista debía ser capaz de capturar esa energía en su obra. A los que le apasiona el tema, los invito a leer «El pintor de la vida moderna», y «El arte romántico» obras en las que podrán encontrar los trabajos críticos de Baudelaire. ¡Les aseguro que quedaran impactados!