En la sala Cristóbal de Llerena de Casa de Teatro fue presentada la obra “La Pulpería”.
El Teatro es la vida. Para el polifacético artista Fernando Bruno en su faceta de dramaturgo, la vida misma puede tener múltiples escenarios, y así es, con su obra “La Pulpería”, que conecta con lo cotidiano, es teatro popular contemporáneo, en el que se muestra la realidad en que viven sectores marginados de nuestra sociedad.
La pulpería que todos conocemos es un local donde se venden productos alimenticios, bebidas y lugar de encuentros y cherchas de los vecinos del barrio. El proceso creativo del autor se basa en su entorno y en el momento por el que atraviesa la pulpería, justo al punto de cerrar por deudas contraídas, pero como dice su propietario… ¿A quién le importa?
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El elenco de la obra, compuesto de jóvenes actores y actrices, es fundamental, forma parte del mismo un actor de larga carrera, Leonardo Grassals, interpretando con gran verosimilitud al “viejo” dueño de la pulpería, agobiado ante la posibilidad de perder lo que ha sido su vida.
Ante esta posibilidad, “Manuel”, el dependiente que ha pasado gran parte de su existencia en aquel local, se niega una y otra vez a aceptar el cierre. Este personaje es interpretado por el propio autor, en otra faceta en la que muestra un gran histrionismo.
Otra empleada es la “Nieta”. Gabriela Rufino nos asombra con su excelente interpretación, caracterizada por la expresión elocuente, su voz rica en matices y su movilidad constante.
La vecina “Raisa”, díscolo personaje, irrumpe con su voz cantarina, la joven y talentosa actriz Andreina Berroa, -todo un feliz descubrimiento para nosotros- consigue apoderarse del personaje y proyectarlo en toda su dimensión. Ella es la típica vecina, coqueta, aprovechada, la “mala paga”.
Un personaje “Osvaldo”, es un “Dominican York” que llega, maletín en mano, y propone salvar la pulpería. Alternando sus parlamentos con frases en inglés, logra convencer y conquistar a la “Nieta” proponiéndole viajar en busca de un mejor futuro. Este personaje fue interpretado con toda propiedad por el talentoso joven Henardo Rodríguez.
La dinámica del espectáculo con sus personajes típicos, la elaborada técnica corporal y las alteraciones fonéticas, propias de nuestro modo de hablar, con su dosis de humor, acercan la obra a la farsa, género popular, pero en “La Pulpería”, además, hay un substrato social que le da una dimensión mayor.
La escenografía realista de Marcos Rodríguez es la viva imagen de una pulpería. La musicalización de Garis Ángeles Suero, y el diseño de luces de Roberto De León, son elementos que aportan a la puesta en escena; el movimiento constante es una coreografía atractiva, cuyo ritmo no decae, pautada por la eficiente Andreina Jiménez.
El final es conmovedor, es una página diaria de cualquier periódico, donde aparecen, asesinatos…feminicidios, nada nuevo en nuestro diario vivir. Esta obra de Fernando Bruno es un legado a la dramaturgia de nuestro país. Felicitamos a este grupo de artistas que, con su buen hacer, aportan a la escena dominicana. Asistan a sus próximas presentaciones, y contribuyan a evitar el cierre de La Pulpería.